Hace unos días me llamó por teléfono un compañero de Cáceres para preguntarme si el próximo domingo --hoy-- abrían las tiendas en Badajoz. Pretendía acercarse con su hija a realizar unas compras en el centro comercial El Faro. Tenía intención de venir por la mañana, adquirir lo que buscaba, comer, tomar café y regresar. Pero debía asegurarse de que este domingo era uno de los autorizados para que las grandes superficies abran sus puertas, pues después de tanto lío no lo tenía muy claro. Ni él, ni ningún consumidor que se plantee acercarse a Badajoz a realizar unas compras el último día de la semana, porque desde hace meses asisten a una ardua polémica en torno a los festivos en los que la apertura está permitida.

El año pasado lo tuvieron más fácil, porque fueron todos los primeros domingos de cada mes. Este año, de momento, está siendo igual. Pero como escuchan las intenciones de la Junta de reducirlos, el Consejo Regional de Comercio ha acordado hacerlo, la Asamblea ha modificado la Ley de Comercio y los tejes y manejes de unos y otros sobre el asunto, es imposible que se aclaren; porque además todavía no existe una decisión tomada. El Gobierno regional calcula que a mediados de abril habrán culminado los trámites.

Para que el comercio abra solo 10 festivos en lugar de 16, como el año pasado, Badajoz tiene que perder su condición de Zona de Gran Afluencia Turística. Con esta intención, los diputados regionales han tenido que negociar un acuerdo que modifique la Ley de Comercio, que no incluía el procedimiento para revisar esta declaración. Ya se ha incluido. Ahora tiene que volver a consultarse al Consejo Regional de Comercio, a partir del informe elaborado por los técnicos de la Consejería de Economía.

Mira por dónde, estos técnicos han llegado a la conclusión de que los turistas que visitan Badajoz no lo hacen para comprar y que si adquieren algo, son recuerdos y algún producto señero de la gastronomía local, envasado al vacío a ser posible. Dicen estos entendidos que los visitantes invierten poco en compras cuando vienen a Badajoz, apenas el 21% de sus gastos. Minusvalorar esta cantidad es al menos una calificación subjetiva, porque a mí me parece significativa, teniendo en cuenta que cuando se viaja, lo que más cuesta es el alojamiento y la comida.

Pero no es esta la cuestión. ¿Desde cuándo a la clientela de los centros comerciales se les llama turistas? Lo que choca es que se investigue el comportamiento del turismo para determinar si es verdad que abrir un domingo atrae gente a Badajoz. No hay que echar muchas cuentas, sino simplemente comprobar la cantidad de personas que se acercan a esta ciudad a comprar o que viajan hasta Badajoz por otros motivos y aprovechan para adquirir lo que no encuentran en sus lugares de origen. Sólo hay que ver la cola de vehículos que buscan aparcamiento en El Faro los domingos que abre.

Si un día de diario encuentro a un vecino de mi pueblo por Menacho, sé cuál será su respuesta cuando le pregunte qué hace en Badajoz: "Hemos venido al médico y, de paso, a comprar", o "tenía que resolver unos papeles y ya aprovecho para ir de tiendas". Cuánta gente de las poblaciones vecinas se desplaza a Badajoz a adquirir los trajes de comunión (desde los zapatos y la diadema de la niña, a la corbata del padre), la equipación para el curso de pádel o un ordenador portátil. Badajoz es la referencia comercial de su entorno y el comercio no atrae a turistas de cámara en ristre, sino clientes con necesidades que satisfacer y a los que hay que darles facilidades. Son otra clase de visitantes, con tanta clase como los que hacen turismo.