Podría extender el título a todos los autónomos y pequeñas empresas, y los incluyo, pero quiero personalizarlo en estos dos colectivos, pues lo podemos visualizar mejor y todos tenemos a algunos que conocemos y nos hemos acordado de ellos estos días. Son Encarna, Marce, Laura, Sam o David. Son muchos que conocemos y sabemos las horas que han echado día tras día para sacar su establecimiento adelante. Unos apenas sobreviviendo, otros con épocas mejores y peores, pero siempre echando mucha imaginación, ilusión, trabajo y constancia. Sacar un comercio, un bar o un restaurante adelante no es una casualidad, hay mucho sacrifico y momentos muy difíciles detrás. Están siempre sin que lo percibamos, pero se les echa en falta cuando no están. No se improvisan con un decreto de incentivos, de ayudas o de bonificaciones de impuestos, ni con un curso de formación y subvenciones al empleo, ni con obras y planes de dinamización en las calles. Todas las acciones de promoción son muy lentas, efímeras e inciertas. Pero ahora, de la noche a la mañana, se les ha generado unas condiciones que les puede hacer muy difícil continuar. No a diez o veinte, sino a cientos o miles. ¿Nos imaginamos una ciudad sin comercios y hostelería y que tengan que empezar de cero? Crearlos cuesta mucho y es muy lento, pero que desaparezcan muchos de golpe podemos verlo si no lo evitamos. No podemos esperar a que el tiempo haga la criba y vayan poco a poco resurgiendo. Son muchos cientos de establecimientos próximos a nosotros y miles de puestos de trabajo que están en juego y eso es responsabilidad de todos. De las administraciones públicas que deben crear las condiciones para que lo antes posible reciban ayudas como si se hubiesen creado ayer con nuevos puestos de trabajo, se les bonifique los impuestos que sean necesarios, se les flexibilice las normas ahora de difícil cumplimiento o se les facilite todo el material que se les exige para proteger la salud de todos y de cuya responsabilidad ellos son absolutamente ajenos. Es responsabilidad de los vecinos que deberemos también ser tolerantes ahora con sus horarios y ruidos, pues especiales son también las circunstancias de tener que guardar distancias y estar en el exterior. Y sobre todo es también responsabilidad de los clientes que ahora, más que nunca, debemos ser conscientes de que sacar adelante estos establecimientos necesitan que consumamos y paguemos lo que cuestan estos servicios. No siempre somos conscientes todo lo que lleva detrás poderse sentar y ser atendido en un velador y consumir una caña con un aperitivo. La ciudad y sus habitantes necesitan la hostelería y el comercio y que los consumidores paguen lo que vale poder disponer de ellos.