Risa me da leer esas noticias donde se afirma que el aeropuerto de Badajoz ha subido un alto tanto por ciento de actividad. Pues claro. De no tenerla apenas a que una línea mantenga vuelos casi regulares va una diferencia. Lo raro sería lo contrario. ¿O no? Pero lo que me da miedo es la situación del transporte colectivo de larga distancia en esta comunidad y sobre todo de esta ciudad, conocida como Badajoz. Los servicios que presta la compañía Helitt están siendo objeto de preocupación, con razón. No es que sean malos. Ni mucho menos. El problema es que esa empresa está siendo demasiado ambiciosa, con menos mimbres de los necesarios para tanto cesto. Y, además, su política informativa hacia los viajeros resulta opaca. Da la impresión de que se hacen pasar por incidencias lo que, a veces, son paradas programadas de antemano. No hay aviones para tanta conexión.

Lo pavoroso es que, si dejase de haber vuelos a Badajoz, tendríamos que volver al tren o al autobús. Eso sería un auténtico retroceso cualitativo regional, en las condiciones actuales, y, desde luego, un escándalo. Si las protestas por la actuación de Helitt han cundido es porque en sus aeronaves viajan políticos. Los mismos, de todos los colores, que nunca viajaban en tren fuera de la región y no provocaron, por lo tanto, tanta preocupación administrativa por lo mal que funcionaba Renfe. En realidad estamos hablando no sólo de un problema de comunicaciones. También de una injusticia social -otra más-, porque los que pueden costearse un vuelo -aun llamándose baratos no lo son para todos, ni están al alcance de todos- pueden moverse con rapidez y comodidad y el resto, que también paga impuestos, se ven condenados al autobús o al tren. Y eso supone, en el mejor de los casos, más de cinco horas de trayecto hasta Madrid. Y no digamos hasta Barcelona.

Esto es herencia, pero también actualidad. Recordemos a aquella directora general tronando en la Asamblea, con énfasis impropio, de que todo iba bien en lo ferroviario. Y ahí seguimos, mansos como corderos, sin mejora cualitativa alguna y cada vez más lejos del centro. A pesar de la apariencia. Y de eso Helitt no tiene la culpa. No busquemos chivos expiatorios.