El Juzgado de lo Penal 2 de Badajoz ha condenado a Y. G. R., una mujer de 41 años, a la pena de ocho meses de prisión y a tres años de inhabilitación para tener animales, tras aceptar las partes un acuerdo de conformidad por el que la acusada admite la autoría de los hechos ocurridos en la madrugada del 10 de septiembre del 2015, según ha confirmado el magistrado. Fue entonces cuando "por un arrebato", arrojó por la ventana de un segundo piso --a seis metros de altura--, sito en la calle Sepúlveda, a su perro, Chico, de 4 años, cruce de razas indeterminadas y cinco kilos de peso, como publicó este diario en la fecha en que se produjo el suceso.

El juzgado acepta así la decisión de la acusada de un delito de maltrato animal, con el visto bueno del ministerio fiscal, de asumir los hechos. Ello motivó que no fue necesario que se celebrase la vista oral de la causa, al asumir ella su responsabilidad, debido a que, como ya declaró en su día a la policía, "actuó tras haber sufrido un arrebato".

Por lo tanto, no fue necesario que declarasen los testigos citados para el juicio, entre ellos los policías que intervinieron y el veterinario Carlos Rosa, que ha cuidado de Chico --que padece leushmania-- hasta hoy, y que decidió no darlo en adopción y quedarse con él.

Una persona que vive en el mismo inmueble bajó a comprobar el estado del animal y creyéndolo muerto lo arrojó a un contenedor, pero los agentes de policía local que acudieron a la llamada comprobaron que estaba vivo y avisaron a la clínica Clinivex, de Carlos Rosa, --concertada con el ayuntamiento--. Este logró sacarlo adelante, a pesar del traumatismo craneoencefálico que sufría, y midriasis --que no puede cerrar las pupilas--, además de tener arrancadas las uñas de la mano izquierda al estallar contra el suelo.

Se da la circunstancia de que en la misa casa donde vivía Chico había otros tres perros y un gato, que la dueña se negó a entrar en un principio, pero que se los retiraron al día siguiente.