Un señor que dicen que es alcalde y presidente de los alcaldes, concejales y municipios de España, o sea, que nos toca, ha eructado, vomitado y ventoseado semejante perla: "¿Por qué hay todavía tanto tonto de los cojones que vota a la derecha?" Interesante reflexión. Mirándole a la cara se admira su risueño gesto, su actitud bondadosa, su ademán de gamberro adolescente y no puedo más que rendirme a la evidencia de sus encantos y a la contundencia de sus argumentos. Votar a la derecha es de tontos. ¿Para qué disimular?

El actual alcalde de Getafe, que es una ciudad bonita, rica, populosa y donde guardo algunos de mis recuerdos de juventud perdida, ha dado un paso más en su escalada hacia la decencia política, la elegancia en las formas y la prudencia de las palabras para pisotear a quienes votan a la derecha. Después de todo, la gente que vota a la derecha es rancia, carca, facha, fascista, reaccionaria, franquista, ignorante y tan cavernícola que hasta huele mal. Existen porque a alguien hay que darle collejas, ridiculizarlo en público y robarle la cartera.

Sin embargo, los que votan a la izquierda, esos sí que son gente de bien, comprometida, progresista, generosa, talentosa, trabajadora, solidaria, jamás tienen una mala palabra ni una mala acción y cada idea que se les ocurre es digna de premio nobel. La gente que vota a la izquierda no engaña a nadie, piensa en el bien común y, si se equivoca, hecho insólito que raramente sucede, es por el bien colectivo. La gente que vota a la izquierda vota a la verdad, a la libertad y a la igualdad. Y hasta huele bien, ¡con dos cojones!, que diría el señorito.

Aquí, el amigo, dice su blog, es Técnico de Organización , que no sé muy bien en qué Universidad se estudia eso pero lo que está claro es que su vida se la ha organizado muy requetebién. Con 34 años llegó al ayuntamiento y desde los 38 es alcalde de Getafe, o sea, treinta años viviendo del cuento y del erario público. La cara de tonto que pone llamando tontos de los cojones a los que votan a la derecha no tiene ni punto de comparación con la cara de gilipollas que se nos quedó a los que votamos a la izquierda por lo de los cien años de honradez y la otan y acabamos desayunándonos con el más cínico transformismo político y la corrupción más prosaica.

Más que cojonudo, este tío es un coñón que no pretendía insultar sino reírse de quien le paga el sueldo.