Se la conoce como la primera maestra del Nuevo Mundo. Porque lo fue. Catalina de Bustamante (Llerena, España, 1490- Texoco, México, 1546) no conquistó América con las armas, como sus paisanos, sino que colonizó con la cultura y los libros. Esta pionera impulsó la primera escuela para niñas en América en 1528 y no fue la única que abrió. Esta extremeña, que tiene su lugar reconocido en la historia de Méjico, también será más conocida en Badajoz, cuyo ayuntamiento ha decidido colocar una escultura que la represente y que se ubicará precisamente en la plaza de Conquistadores. Será además la segunda escultura que esta ciudad dedica a una mujer, después de la de Carolina Coronado, situada en el parque de Castelar.

La iniciativa municipal tristemente tiene su origen en los actos vandálicos que sufrieron tres estatuas de conquistadores en la ciudad. Coincidiendo con la festividad del Día de la Hispanidad, en Badajoz amanecieron llenas de pintura roja las esculturas de Francisco Pizarro y Pedro de Alvarado, en el paseo Fluvial, y la de Hernando de Soto, en la avenida Tomás Romero de Castilla. También los azulejos de los bancos de San Francisco aparecieron con pintadas. Todos los grupos políticos mostraron su rechazo por lo ocurrido y con esta intención presentaron tres mociones en el pleno ordinario del ayuntamiento para dejar constancia de la repulsa hacia estos actos vandálicos. Las mociones se reconvirtieron en una propuesta única de alcaldía.

Una de las ellas había sido presentada por Vox que, además de lamentar la fechoría, proponía que las estatuas denigradas se reubicasen en la plaza de Conquistadores. No se va a llevar a cabo tal iniciativa, pero en la negociación se puso sobre la mesa que en lugar de llevar a los conquistadores mancillados a este céntrico espacio, se pudiera erigir una nueva escultura dedicada a otro de sus coetáneos y se decidió que fuese una mujer, según explica la concejala de Cultura, Paloma Morcillo. Indagaron entre los nombres de las mujeres colonizadoras y optaron por la extremeña Catalina de Bustamante, «por su labor divulgativa y educativa, más que por una guerrera», defiende Morcillo. Una mujer que como la mayoría de las que viajaron a América lo hicieron acompañando a sus maridos. «Mujeres valientes», destaca la concejala. Fue al enviudar cuando Catalina de Bustamante comprendió que tenía una misión que cumplir con las jóvenes indígenas, a las que no solo enseñó a leer y escribir, sino a que fuesen dueñas de su vida y a regir sus matrimonios, siempre bajo la protección de la fe cristiana, que Catalina profesaba con fervor.

De momento la colocación de la estatua no tiene fecha. La concejalía tendrá ahora que ponerse en contacto con escultores. Pero la decisión ya tomada contribuirá a que esta mujer y lo que representó sea divulgado.