Caía el sol en el horizonte coloreando de naranja el Guadiana, mientras por la puerta del Capitel iba subiendo a cuentagotas el público que acudía a los primeros conciertos de Contempopránea, que en su tercera edición en Badajoz ha frenado el ritmo, tras haber puesto el listón muy alto el año pasado, en su 20 aniversario, con los Pet Shop Boys.

Entre los pinos de la Alcazaba algunas pandillas descansaban. No había colas en las taquillas, ni en el último control, donde los vigilantes de seguridad registraban hasta el contenido de los paquetes de chicles. No era necesario esperar demasiado delante de las barras y los grupos dispersos se fueron haciendo más densos a medida que anochecía ocupando la explanada delante del gran escenario, donde Lúa Gramer dio paso puntualmente a Christina Rosenvinge, que ha debido de fimar un pacto con el dueño del tiempo, que se ha olvidado de ponerle edad. Amaral estaba anunciado antes de las 23.30 y se preveía que a medida que se acercase la medianoche llegase más gente. Esta tarde, el recinto volverá a abrir a las 19.30 horas, con Lori Meyers (00.25) como cabeza de cartel.

Según la organización, se han vendido alrededor de 2.000 entradas, la mitad de la previsión inicial, aunque los responsables de esta cita eran conscientes de que los carteles de Badajoz no eran tan atractivos y apuestan más, en esta ocasión, por el de Alburquerque, la sede original de este festival de música indie.

La policía local no esperaba anoche que se produjesen incidentes, pues el ambiente del encuentro era más relajado del previsto, a diferencia del Mundialito de Fútbol Base, que congregó a miles de personas en el Viejo Vivero.