Badajoz es una ciudad de catedráticos. Sea de fútbol, carnaval, patrimonio, historia o Semana Santa, por no decir toros, arte, participación ciudadana, política o medicina, en esta ciudad hay expertos en cada esquina, bar o columna periodística. Donde más abundan es en las cartas al director de los periódicos y en los anónimos comentarios de las noticias on line, aunque no sobran, tampoco, en las redes sociales o en el transcurso de las reuniones de cualquier colectivo, asociación o comunidad de intereses. Todo el mundo tiene un remedio, un plan, una idea, una solución por mucho que a veces ni se sepa cuál es el problema, su origen o la envergadura del mismo.

Ahora le ha tocado el turno a los catedráticos en contenedores. El modelo de limpieza en Badajoz está cambiando, probablemente con veinte años de retraso, que es cuando se hizo en prácticamente todas las ciudades de España, sin importar gobierno o ideología. Y en todas se hizo y funciona de la misma manera. Rasgarse ahora las vestiduras, además de sospechoso, demuestra desconocimiento y mala fe. Es obvio que el sistema no cambia de la noche a la mañana y que no sólo la empresa tiene que pulir, por ejemplo, la ubicación de los contenedores; también nosotros, los ciudadanos, tenemos que cambiar nuestras rutinas y colaborar. Independientemente de cómo funciona un servicio de limpieza, si una ciudad está sucia el primer responsable es quien la ensucia. La empresa que se ha quedado con la concesión es la primera de España en el sector y los contenedores que han llegado no son los que han fracasado en otros lugares sino al contrario.

Se está afinando demasiado con el asunto: que si los minusválidos no pueden usarlos, que si están lejos, que si son pocos, que no sólo vale el pie y hay que levantar la tapa con la mano, que si los mayores no pueden. Pongamos tres ejemplos: en un lugar de San Roque siempre hubo un contenedor de los antiguos, de capacidad tres veces menor que los nuevos. Ahora, alguien ha colocado un cartel diciendo que quieren más. En la calle la Bomba, un contenedor estaba hasta arriba y algunos vecinos lo han rodeado de bolsas de basura. Apenas veinte metros más allá había tres contenedores vacíos. En Ronda del Pilar, varias bolsas de basura circundaban un hermoso y limpio contenedor vacío.

La limpieza de una ciudad empieza por el civismo de sus ciudadanos. Lo demás, monsergas de catedráticos.