Año y medio ha transcurrido desde que se paralizaron las obras de rehabilitación que lleva a cabo el Ayuntamiento de Badajoz en la iglesia de Santa Catalina, situada en la plaza de Santa María, debido a la aparición de restos arqueológicos, de una magnitud muy superior a la que se esperaba, que obligaron a modificar el proyecto. Hoy se firma el contrato que permitirá reanudar los trabajos, lo que ocurrirá seguramente la próxima semana, según confirmó ayer la arquitecta municipal Begoña Galeano.

Durante todos estos meses, desde que las obras se detuvieron en septiembre del 2017, se ha estado tramitando un proyecto modificado y otro complementario para absorber todas las obras de arqueología. El Ministerio de Fomento consideró que debían tratarse como obras complementarias por su envergadura. Hay que recordar que el proyecto de rehabilitación, que se adjudicó por una cantidad superior a 900.000 euros, está financiado por el 1,5% Cultural, a través de la Dirección General de Arquitectura y Vivienda (el ministerio aporta el 70% y el 30% restante, el ayuntamiento). Una vez que Fomento aprobó el proyecto modificado y el complementario, el ayuntamiento ha completado la tramitación administrativa del expediente y hoy se firma el contrato, con lo cual el reinicio de las obras «puede ser cuestión de un par de días». Lo único que quedaría pendiente sería aprobar una anexo al plan de seguridad, que cambia el anterior, para la reapertura del centro de trabajo.

Las obras complementarias se han adjudicado a la misma empresa (la UTE formada por Ferrovial Agromán y Edificaciones Villanueva) por ser trabajos imprescindibles para ejecutar la rehabilitación y además no podría tramitarse de forma independiente porque impedirían el desarrollo del proyecto principal.

El incremento del presupuesto se financia también en una relación 70/30. El del proyecto complementario es de 85.949 euros y 69.809 el modificado. Según explicó Galeano, que el trámite se haya alargado tanto no es por la cuantía de la actuación sino porque la modificación del proyecto es tal que no se podría continuar con la obra inicial al haber aparecido todos los restos arqueológico en el nivel de suelo donde estaban previstas instalaciones y la forma de construir la solera no se podría ejecutar. La nueva solución pasa por colocar un suelo técnico (será de madera) flotante, de manera que se apoyará en unas subestructuras metálicas para así dejar libre y expedita toda la excavación. Algunos de los restos quedarán visibles.

En cuanto a los trabajos arqueológicos, falta por excavar la cripta situada en el altar mayor (1656), que se atribuye a la tumba de Guillermo Tutavilla, sobrino del Duque de San Germán. El problema que presenta es que estas tumba se cubrió con hormigón líquido para consolidar la cripta cuando la iglesia se usaba como almacén de materiales. De ahí la dificultad de la excavación, pues los obreros deberán usar martillo neumático y protegerse para evitar la intoxicación. Cuando se detuvo la obra, se calculó la duración de que el trabajo arqueológico pendiente en mes y medio. El plazo de ejecución de toda la obra que queda por hacer es de siete meses. La pretensión del ayuntamiento es dedicar esta iglesia a un centro cultural.

Los restos humanos encontrados se encuentran custodiados en la Facultad de Medicina por un equipo de forenses, que aún los están estudiando.