Se llama Dolores Sánchez Pérez y es una joven madre y trabajadora de Almendralejo que, estando en Perú como cooperante, fue víctima de un accidente de autobús en el que murieron tres compañeras suyas y el conductor a primeros de julio. Llegó a aquel país el 30 de junio para trabajar por los demás en la oenegé local, Asociación Señor de Huanca. Apenas tuvo tiempo de dedicarse a sus tareas filantrópicas una semana cuando sucedió el accidente que pudo costarle la vida. Afortunadamente sobrevivió, eso sí, con dos costillas rotas y magulladuras por todo el cuerpo.

Dolores es el símbolo vivo de la generosidad de tantos hombres y mujeres de todas las latitudes, que se entregan a los demás sin esperar nada a cambio, en una ola creciente de solidaridad universal que desborda los antiguos cauces de las religiones y constituye un movimiento de futuro de una dimensión impredecible y con un horizonte de cambio social formidable.

Yo no sé si Dolores fue a Perú movida por un sentimiento religioso o por una llamada cívica de lealtad hacia los oprimidos y los pobres. Lo suyo tiene todo el mérito, sea por el cauce que sea. Pero quiero destacar que, si fue por lo segundo, todavía su entrega es más admirable. Los millones de laicos que ayudan a los desfavorecidos del mundo sin buscar ninguna recompensa, ni temporal ni eterna, son todavía más generosos, porque ni siquiera pretenden con ello la salvación de su alma, entre otras cosas, porque entre ellos también los hay ateos que, por tanto, no aspiran a ninguna clase de premio en otra vida. Estos son los que más me admiran, porque toda su fe está centrada en el ser humano y toda su esperanza en hacer un mundo mejor con su concurso, convencidos de que el único mundo es este.

Este artículo es para Dolores y para todos los que son como ella. Esta última columna de la temporada, cuando muchos se van de vacaciones, quiero dedicarla a Dolores y a los demás cooperantes que incluso dan su vida por ayudar a los demás. Gente que dedica sus vacaciones y tiempo libre a trabajar para mejorar las condiciones de vida de los más humildes en los países más pobres de la tierra. Porque vosotros sí que sois extreordinarios. Gracias.