Sin combustible. Pese a que es su producto estrella, las estaciones de servicio siguen estancadas. En los dos últimos años las gasolineras extremeñas han vendido un 15% menos de combustible y 23 han cerrado ante las pérdidas acumuladas mes a mes o la escasez de beneficios.

Los precios, que no paran de subir tras un leve descenso cada lunes --un lavado de cara en el día que se toman los precios de referencia para el boletín de la Unión Europea--, los elevados impuestos del Estado a los que se suma el céntimo sanitario regional que dobló su recaudación el pasado verano y la crisis de las economías domésticas está lastrando el consumo y con ello todo un sector. "Es un efecto dominó", lamenta Casto Bravo, presidente de la Asociación Regional de Estaciones de Servicio. Los últimos datos publicados por la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores) muestran que durante el 2012 las estaciones de servicios extremeñas vendieron 63.000 toneladas menos de carburantes --gasolina 95, 98 y gasóleo A y B-- que en el año anterior. Esto supone casi un 10% menos respecto al 2011. Pero el desgaste es mucho mayor a medida que se retrocede en el tiempo. Respecto al 2010, la caída del consumo es de casi 120.000 toneladas, lo que supone una rebaja de alrededor del 15% en los dos últimos años, según los datos de la Cores.

Y aún puede ser peor para las 250 estaciones de servicios extremeñas. Según Bravo, en los dos primeros meses del 2013 el consumo de carburantes ha sido un 20% menor de media respecto a un año atrás y no espera un comportamiento mejor en los próximos meses. Estima una caída anual de hasta un 30%. "Las estaciones de servicios están perdiendo dinero la mayoría y las que no lo hacen no obtienen beneficios. A este paso acabarán desapareciendo las más pequeñas y las zonas rurales, especialmente afectadas, quedarán desasistidas", lamenta Bravo.

A la crisis de las familias, los elevados precios y el alza de los impuestos --que suponen más del 50% del precio final de los carburantes-- se añade la competencia. "Sufrimos los efectos de los chiringuitos que están vendiendo gasolina con un sistema fiscal diferente al nuestro". Se refiere a centros comerciales y cooperativas que en los últimos años se han lanzado a este negocio, que ya no parece tal.

Otro cuello de botella para este sector son los precios que se mantienen en Extremadura. Aquí la tendencia es justo la contraria a las ventas. Y es que al margen de especulaciones de las petroleras y sus intermediarios y de los impuestos del Estado, la región elevó al máximo --4,8 céntimos de euros por litro-- el pasado verano el impuesto conocido como el céntimo sanitario, que grava la venta minorista de hidrocarburos con el objetivo de lograr recaudación extra para garantizar la financiación de los servicios sanitarios. Así, y pese a que la mayoría de las comunidades suman esta aportación a sus arcas, la región sigue manteniendo uno de los precios más elevados del país, solo por detrás de Cantabria y Baleares, según los datos del pasado enero --los últimos-- del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.

El coste medio de la gasolina de 95 octanos se situó ayer de media en Extremadura en 1,46 euros por litro, mientras el gasóleo oscilaba de media en 1,39 euros por litro. Pero ojo, mañana es lunes.

"El problema del precio no radica solo en la implantación del céntimo sanitario, es un componente más, pero no decisivo", señala Casto Bravo. Aunque el PSOE --cuya reivindicación comparte UPyD-- no cree lo mismo, por eso pedirá ante la Asamblea la rebaja a la mitad del céntimo sanitario --al precio original que el Gobierno de Fernández Vara lo impuso en 2011, 2,4 céntimos por litro--, una demanda que previsiblemente quedará en sacos rotos después de que el consejero de Economía, Antonio Fernández, asegurara recientemente que no es una opción que se contempla en la rebaja de tributos que prepara la Junta.