Calles, jardines, parques y hasta las puertas de los hospitales se han convertido en un ‘gran cenicero’ que los fumadores utilizan a su gusto para tirar las colillas de sus cigarrillos, pero que pocos se ocupan de limpiar. Para luchar contra esta «contaminación invisible», Soledad Segura y Jesús de Aguirre decidieron hace cuatro meses convertirse en embajadores en Badajoz del movimiento No más colillas en el suelo, que pretende sensibilizar sobre la necesidad de mantener la ciudad libre de este tipo de residuos, al tiempo que alertar del daño que provocan al medio ambiente. «Una sola colilla puede contaminar hasta 50 litros de agua y suponen el 30% de lo que llamamos basuraleza», explica Soledad que, ayer, junto a Jesús y otro reducido número de voluntarios, dedicó parte la mañana a limpiar de colillas, y de paso otros restos, el entorno de El Campillo.

No es la primera vez que llevan a cabo una acción de este tipo. Ya la han realizado antes en Cerro Gordo, el parque de Castelar y en los alrededores de los hospitales Perpetuo Socorro y Materno Infantil, donde, pese a que la ley establece un perímetro en el que no se puede fumar, recogieron miles de colillas a sus puertas. Ayer en apenas unos minutos recogieron centenares de colillas junto a la torre de Espantaperros. De momento, todas las que han retirado las tienen almacenadas en botellas, pues no saben muy bien cómo deshacerse de ellas sin contaminar. A pesar de que sus convocatorias no son multitudinarias, aseguran que «no vamos a parar», porque no quieren que este movimiento se vea «como una moda», sino «como algo muy importante para el planeta», defiende Jesús.