La historia de las Cruzadas ha provocado siempre una gran curiosidad. En parte por motivos religiosos, en parte culturales y hasta políticos. La llegada violenta a Palestina -se disimula llamándola Tierra Santa- de aquellos extranjeros adornados con la cruz, que acudían llenos de fe a recuperar los santos lugares del cristianismo de una hipotética opresión provocada por los infieles, en este caso musulmanes, ha originado ríos de tinta y también podríamos decir kilómetros de celuloide. Porque no debe olvidarse el papel desempeñado por el cine, especialmente anglosajón, en la creación del imaginario sobre aquellos hechos, tan lejanos en la práctica y tan cercanos en la propaganda.

Pues bien, las Cruzadas no fueron lo que se dice. Resulta difícil establecer una única causa para explicarlas, pero, fuera de los terribles hechos que provocaron, dieron lugar a un intercambio de ideas y de conocimientos de muy amplio impacto, especialmente en Occidente. Si exceptuamos la Península Ibérica y parte de la actual Italia el mundo europeo apenas conocía lo que era el mundo del Mediterráneo Oriental, donde no solo había principados árabes y turcos, sino también un imperio bizantino y un reino armenio, cristianos. Con las Cruzadas el contacto se produjo a gran escala y el reflujo de aquellos invasores dio lugar a cambios notables en Europa, especialmente y antes que nada en el campo de lo castrense. La experiencia les había enseñado mucho. Quizás por eso la percepción de esos sucesos históricos ha tenido un predominante sesgo militar. No debiera ser así. En realidad, lo primero que se imitó fue la tecnología árabe y bizantina. Bien es cierto que ésta tuvo un inmediato uso militar, pero no solo. También civil. A las pruebas me remito. El cimborrio de la catedral de Zamora, reino de León, tiene un indiscutible aire bizantino -reconocido por el maestro Gómez-Moreno-. Y otro tanto ocurre con las puertas de Toledo, las más evolucionadas de su tiempo en nuestro suelo y en materia poliorcética-. ¿Cómo afectaron las Cruzadas a Badajoz? Lo voy a ir contando, porque también su aliento llegó aquí. A ver si, de paso, se deja de hablar de esa tontería de la alcazaba más grande de España. Eso es algo irrelevante.