El 3 de noviembre del 2006 comenzó una nueva vida para Francisco Gil. Desde ese día, este profesor de instituto tuvo que aprender a vivir con un nuevo corazón que alguien le regaló y que le colocaron en el hospital Puerta de Hierro. Este pacense de 54 años estuvo más de 40 días en Cuidados Intensivos y tuvo que superar una larga y costosa rehabilitación. Su experiencia puede ayudar a otros, por eso preside la Asociación Extremeña de Trasplantados (Asextras).

--¿Qué siente el paciente?

--Cuando a una persona le dicen que es un candidato a trasplante el mundo se le viene encima y las sensaciones son muchas y muy variadas, ¡cómo explicar el miedo, la ansiedad y el dolor que se sufre...!. Y luego cuando se sale del trasplante y te ves bien viene la euforia. Te cambian los valores, para nosotros todo es más relativo, das más importancia al presente. Pero el temor al rechazo está siempre ahí.

--¿Cómo se vive después?

--La vida del trasplantado no es fácil, nos encontramos sometidos a una serie de cambios, desde cambios alimenticios hasta físicos, psicológicos, sociales, laborales, económicos y familiares, porque también la familia se ve muy afectada. Yo digo que el dolor al compartirlo no se divide sino que se multiplica. Lo que pasa es que a medida que se avanza se normaliza. Es como una vida paralela, normalizada pero no una vida normal, somos conscientes de que nuestro órgano tiene una duración de vida, en los cardíacos tiene 14 años y medio y en los renales la media es más elevada. Tenemos la espada de Damocles sobre la cabeza.

--¿Cómo puede la asociación ayudar?

--Prestando apoyo social y psicológico al paciente y a su familia. Tenemos, además de nuestra experiencia, a voluntarios y colaboradores, como un psicólogo y un trabajador social, porque a veces hay muchas alteraciones de humor, irritabilidad, decaimiento y depresiones, que se deben a la medicación.

--La captación de donantes será crucial ¿no?

--Por su puesto. Iremos a centros de enseñanza, asociaciones, pueblos y también a las bases militares de Bótoa y Talavera para sensibilizar a la población porque a pesar de que España bate el récord en donaciones todavía hay mucha gente que espera un órgano.

--¿Piensa mucho en la persona que le donó el corazón?

--Sí me acuerdo mucho, sé algo sobre mi donante, mandé una carta de agradecimiento a la familia. Hay gente que piensa bastante en el donante, se comen un poco el tarro dándole vueltas a eso, pero no es conveniente, no lo recomiendo.