La historia de Toñín, Lana y las perseidas, que nació para ayudar a niños en cuidados paliativos y sus familias, salta del ámbito íntimo donde surgió a iniciativa de la asociación Cuéntame algo que me reconforte y acaba de ser publicado por la Fundación CB. Se presenta mañana a las 20.00 horas en la Rucab.

Esta asociación nació en Madrid de la mano de la cacereña Alicia Chamorro, que reúne la formación a medida para poner en marcha este proyecto, pues es enfermera, estudió Literatura Comparada, un máster de Cuidados Paliativos Pediátricos y otro de Terapia Narrativa. Conjugó los peldaños de su currículum para desarrollar la idea y la puso en marcha en el hospital Niño Jesús, donde nacieron los primeros cuentos. Mañana se presenta uno de ellos. El proyecto consiste en elaborar audiocuentos personalizados para cada niño, su familia y sus circunstancias. La asociación los visita normalmente en sus hogares, donde trazan la trama, que se comparte y teje con sus destinatarios. A este proyecto se ha unido el psicólogo, terapeuta familiar y escritor Fran Serrano, que es el delegado en Extremadura de la asociación, a la que se ofreció al conocer la iniciativa de Alicia Chamorro. Juntos han empezado a visitar instituciones y, por ahora, todas les han abierto las puertas.

Serrano comenta que el cuento reconforta al niño porque se siente protagonista de una historia. «Cuando los niños lo pasan mal porque están sufriendo una enfermedad, su vida es triste, pero nosotros contamos su historia de una manera más hermosa y están más contentos de formar parte de esa historia que de la suya propia, eso es lo bonito», explica. Los destinatarios suelen ser «familias muy sufridas» porque para que un niño llegue a cuidados paliativos han soportado un largo proceso que saben irreversible. Estos niños dejan de hacer una vida acorde a su edad, no van al colegio, no juegan en el parque y viven situaciones angustiosas. Pero siguen viendo dibujos animados en la tele, sus padres les leen historias y escuchan la música que les gusta.

Por eso, en el mundo imaginario que estos cuentos les ofrecen son felices. «Los niños opinan y participan», porque será «su cuento». Son ellos los que eligen a los personajes, son los protagonistas y quienes los acompañan en su entorno también aparecen. Cuando el cuento está terminado, identifican perfectamente a los personajes, cuyos nombres son ficticios, de hecho las historias son totalmente anónimas. A la trama siempre original se añade la música, también personalizada y adaptada. Por ejemplo, el último caso ha sido el de una familia de Villafranca a la que le gusta el flamenco. En la banda sonora colaboró el guitarrista Javier Conde y la cantante cacereña Estela de María compuso una canción, que cantó en directo a la niña el día que le presentaron el cuento.

Las familias reciben además un formato impreso y un dibujo tamaño póster. Son audiocuentos porque hay niños que no pueden leer, así prestan más atención y se pueden cortar y seguir en otro momento. Cada historia dura entre 15 y 20 minutos y su elaboración se prolonga en torno a un mes, aunque a veces tienen que adelantar el plazo para llegar a tiempo. En Extremadura ya han compuesto dos cuentos y la próxima semana comienzan otro en Cáceres. No han querido apretar más el ritmo porque dependen de que les llegue financiación. A las familias destinatarias no les cuesta nada, pero la asociación tiene que pagar a los músicos, a los locutores y a los ilustradores. Han calculado un presupuesto para cada libro de 2.650 euros. Ahora ya que la Fundación CB ha editado el primer cuento impreso, se van a seguir imprimiendo más, con el permiso de las familias, a medida que vayan obteniendo subvenciones, y se pondrán a la venta «para que el resto del mundo pueda disfrutarlos». De este modo, a través de estas historias contribuyen a que otros niños puedan ser felices, a difundir la asociación y a obtener fondos para continuar.