Ahora que parece que el alcalde de Badajoz, Francisco Javier Fragoso, está más tranquilo porque ha comprobado que gobernar sin mayoría absoluta no es tan difícil --ya que la oposición política no le está poniendo demasiadas piedras en el camino--, se le sublevan los trabajadores de servicios públicos. Varios cuerpos a la vez y con amenazas de huelga.

Primero fueron los policías locales presentando bajas médicas en Carnaval para reivindicar que les paguen las jornadas extraordinarias, aunque el problema viene de atrás. Luego los bomberos, con reclamaciones que tampoco son nuevas, denunciando la falta de personal. Los últimos han sido los empleados de la empresa de la limpieza, FCC, que por mucho que quieran desentenderse en el ayuntamiento, se trata de una concesión de un servicio público y la falta de entendimiento entre el empresario y sus trabajadores no se circunscribe al ámbito privado, sobre todo si se tiene en cuenta la repercusión de una huelga de quienes se encargan de la recogida de la basura en la ciudad. Ejemplos haylos en otros municipios, donde han tenido que convivir días y noches con bolsas de desperdicios sin recoger en las calles. Si eso llegara a ocurrir en Badajoz, las reclamaciones irían dirigidas al gobierno municipal, no a las siglas estampadas en los uniformes de quienes barren las calles.

Tres conflictos en uno. El alcalde los ha resumido como si todos los que ahora se quejan lo único que quieren en realidad es más dinero y como si esta reclamación estuviese fuera de lugar en un momento en el que todavía la crisis económica no ha remitido, a pesar de las buenas expectativas que su partido viene enarbolando. "Tengo la sensación de que todo se resume en pedir más dinero en el sueldo", ha reprochado esta semana Fragoso y lo ha recalcado, dando a entender que los afectados son unos peseteros a quienes sólo mueve el interés económico, que es el más ruin e insolidario de todos los intereses.

Los policías locales piden que les abonen el trabajo que realizan, que les paguen las jornadas extraordinarias que les obligan a realizar por la falta de personal. os bomberos quieren ser recompensados por su dedicación y que haya agentes suficientes para atender una ciudad de tamaña población y los trabajadores de FCC luchan porque su sueldo se equipare a compañeros de la misma empresa que trabajan en ciudades vecinas. Tan desmerecidas, desmesuradas o descabelladas no serán sus pretensiones cuando los primeros ya han conseguido el compromiso del ayuntamiento de que sacará plazas vacantes y les pagarán las deudas y a los bomberos les han pedido tiempo para aumentar la plantilla, un déficit que el equipo de gobierno reconoce.

Por si fueran pocos, ahora llegan los vendedores del mercadillo amenazando con que se manifestarán si no se atienden sus reivindicaciones. Quieren que se les renueve la licencia aunque no estén al día en sus pagos con la Administración. No van a ponerse en huelga porque son autónomos y si no montan un día sus puestos, ellos se lo pierden. Pero pueden hacer mucho ruido. Cabe recordar la cacerolada con la que recibieron a los participantes del primer encuentro de grandes ciudades que se celebró en las Casas Consistoriales de la plaza Alta, con la presencia de alcaldes y del entonces y ahora presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara. De aquel primer encuentro nunca más se supo, pero los vendedores lograron hacerse oír y vuelven a la carga. También los mueve el dinero. Pero es su dinero.