Satisfechos y con la sensación del trabajo bien hecho, según el jefe de la Plus Ultra II, Fulgencio Col, vuelven los soldados de su misión en Irak. Un sentimiento que --creo-- comparte la sociedad en cuanto al trabajo desarrollado, profesional y ecuánime, mucho más que el de quienes dieron la orden de ir a una guerra ajena, si es que puede sernos ajeno algo de lo que ocurra en el mundo; pero contra la omnipotencia, sencillez.

Al sentimiento de satisfacción se une otro de tranquilidad por el regreso de las tropas de un conflicto en el que han tenido que repeler unos ataques que no debieron ocurrir --pero ocurrieron: la guerra--, a tenor de la labor de mediación y diálogo realizada por la brigada. Y no se habrían producido, seguramente, si las tropas americanas se hubieran coordinado, o informado a las españolas. Otro sentimiento: reponer la verdad y la legalidad ante el atropello de meternos en una guerra de mentiras con muertos de verdad.

Y uno más, sólo de algunos. Hay militares que sin decirlo en público, consideran vergonzante el regreso, pero haber construido, mantenido el control en momentos difíciles, como dijo Coll, y con el menor uso posible de la fuerza, prueba que la brigada ha hecho su trabajo. El honor no lo cuestiona quien repone la legalidad, sino quien se la salta.