Las artes clásicas están bien representadas en Badajoz. La pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura, la música, la danza (y el teatro) o el cine (y la fotografía), suelen tener, a lo largo del año, una presencia mucho más que testimonial en el acontecer diario de una ciudad que no tendrá capitalidad cultural pero que es capital de muchas, variadas y ricas muestras de cultura en estado puro.

A la secuencia ininterrumpida de exposiciones de pintura y escultura, de muy distinta índole y condición, que se suceden en museos, galerías, iglesias, y otros ámbitos, se le añaden las aportaciones profesionales relacionadas con la arquitectura que, bien a través de concursos de ideas, bien por medio de proyectos tangibles, suman en un catálogo de actividad cultural de primer nivel. La Feria del Libro, el Festival Ibérico de Música, el de Cine o el de Teatro y Danza Contemporáneos completan un calendario donde la cultura se abre camino para seducir el alma inquieta de los ciudadanos.

La cultura con mayúsculas son proyectos, iniciativas, permanente renovación y aportación de ideas, sugerencias y diseños de actividades que redunden en la evolución y desarrollo de los más íntimo, de aquello que, en nuestro interior, contribuye a hacernos mejores y llegar más alto. La cultura no entiende de parones ni falta de entusiasmo ni de agotamiento porque la cultura precisa de espíritus libres que estén siempre creando y disponiendo con el entusiasmo de la primera vez y la altura de las grandes citas. Los recursos, son historia aparte, pero la actitud y la aptitud sólo habitan en aquellos para los que la cultura es mucho más que una excusa.

Por eso, cuando dos sacerdotes (Francisco Tejada y Abdón Moreno), de contrastada e incuestionable capacidad intelectual, nos regalan una exposición (Pablo, ayer y hoy. El apóstol de las gentes ) como la que en estos días se presenta en el Claustro de la Catedral de Badajoz, con la inestimable ayuda y obra de artistas extremeños de la talla de Alfonso Doncel, García Olivares, Pérez Espacio, Lourdes Murillo, Martínez Cid, María Teresa Romero, Ramón de Arcos, Chana Ambrona, Emilio Gañán o Marta Aguas , entre otros, no hay más que reconocer que para algunos la crisis es un estímulo para organizar grandes eventos y la cultura, una necesidad que no puede estar sujeta a las cadenas de la improvisación.