El anuncio esta semana por parte de Portugal de la electrificación en 2021 de la línea de mercancías que transcurre entre Sines-Lisboa-Madrid-Irún con entrada en España por Badajoz no ha dejado indiferente a nadie en Extremadura. Y no sólo por el indudable y necesario avance que supondría este proyecto para las comunicaciones ferroviarias en nuestra región, sino también por la constatación de la importancia que tiene la celebración de estos encuentros bilaterales entre España y Portugal.

Es cierto que a la hora de valorar el anuncio del primer ministro portugués sobre el trayecto del futuro tren de mercancías las reacciones en Extremadura han sido muy distintas. Desde aquellos que nos hemos mostrados un tanto descreídos dado que no es la primera vez que de estas reuniones, al más alto nivel, salen titulares que sólo sirven para engrosar la ya amplia hemeroteca de estos encuentros. Hasta aquellos que, como el gobierno extremeño, han sacado su lado más institucional para mostrarse «esperanzados», como dijo la portavoz de la Junta Isabel Gil Rosiña esta semana en Badajoz. La esperanza, ya de sabe, es lo último que se pierde.

Pero aún así de lo que nadie duda a estas alturas -y quien lo haga tiene una visión bastante miope de la realidad socioeconómica de su entorno- es de la trascendencia que tiene para ambos países ibéricos y sobre todo para comunidades como la nuestra, la cooperación que se rubrica en las cumbres hispano lusas. Y no solo en materia ferroviaria. Sino también en la coordinación para el control de incendios, la colaboración en actuaciones de turismo, la cooperación sanitaria o en materia de seguridad, entre otros muchos.

Un trabajo que realizan desde hace tiempo las comunidades transfronterizas, como Extremadura. Una experiencia que debería ser mejor aprovechada en las cumbres hispano lusas.