"De la guerra en Extremadura conozco la masacre de Badajoz, por la cantidad de personas que murieron y cómo tomaron la ciudad; y que era preciosa antes", declaró ayer Carmen Negrín en su primera visita a tierras extremeñas. Participó con el historiador Enrique Moradiellos en un acto de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, en recuerdo de su abuelo, Juan Negrín, médico, científico y último jefe de Gobierno de la II República --de cuya proclamación se cumplen 80 años--, que falleció en en París en el 1956.

Vive jubilada en París, donde trabajó durante 30 años en la Unesco, y preside la Fundación Juan Negrín, con sede en las Palmas de Gran Canarias, donde nació su abuelo en el 1892, motivo por el viaja más a menudo a España. A ella ha donado los últimos documentos hallados en una maleta, el desván de su casa, para estudio.

Su labor en la Unesco la mantuvo alejada de la política partidista, pero no ajena a los acontecimientos de España y su familia, ni del mundo. Carmen Negrín comparte con su hermano Juan la lucha por los derechos de los pueblos indígenas. "El sí ha tenido actividad política, en Estados Unidos creó el grupo Nueva Izquierda", señaló. Sus últimos trabajos han estado relacionados con el patrimonio mundial de América Latina y el Caribe, con los pueblos indígenas y Palestina.

Sobre la "rehabilitación" de la imagen de Juan Negrín --vilipendiado por la propaganda franquista como vendedor de ´la patria´ y denostado por maledicencias de sus propias filas por la pérdida de la guerra--, su nieta, afirma que es "total en Canarias, su tierra, a nivel cultural, político e histórico. El PSOE también ha entonado su mea culpa y lo ha reintegrado post mortem . Es un principio, aunque aún hay reacciones muy violentas y críticas muy fuertes cuando voy a algunos lugares", dijo.

Sobre la figura y la obra del que fue un médico y científico brillante, profesor de Fisiología, parlamentario, ministro de Hacienda durante la guerra y finalmente jefe de Gobierno --que murió solo en el exilio con el deseo de que no pudieran su nombre en la lápida--, Carmen Negrín manifiesta que "hay que entender no solo su figura, sino todo el proceso de la guerra de España como primera etapa de la II Guerra Mundial. Eso es aclaratorio".

Para ella, la Guerra no fue civil, entre hermanos, sino entre dos facciones, el fascismo y la democracia, a través de la República. "Ninguno de sus líderes pensó en gobiernos comunistas, ni bolcheviques, ni en la revolución, porque los derechos de la mujer más que revolución debieron ser lo normal: derecho al voto, el divorcio, el aborto. Y todo se simplificó mucho. El conflicto real era que habían quienes defendían sus privilegios".

Para entender al último jefe de Gobierno democrático antes de la llegada de la dictadura, hay que ver, según su nieta, "la idea de luchar por la democracia a toda costa, que muchos no le perdonaron y le consideraron un traidor a su clase. Y perder la guerra, pero estaba perdida antes de comenzar".

El Pacto de No Agresión

En su opinión, el papel de Inglaterra fue "una traición; pues gobernada por la derecha, optó por el franquismo sobre todo por no molestar a Hitler, y al final acabó haciendo lo mismo con el Pacto de No Agresión. A partir de ese momento, España pierde, porque además, la Unión Soviética ayudó relativamente, todo pagado y caro por la República".

Carmen Negrín se refiere al "mito del oro de Moscú", que en realidad permaneció "español hasta el final y se gastó en ayudar a la República. De hecho, el primer préstamo se anuncia a primeros del 39 y en realidad, no llega. Mientras, Alemania estuvo desde el principio de la guerra intentando el pacto que luego hizo Churchill".

La nieta del científico y político, del que el escritor Francisco Ayala dijo en sus memorias que "de haber llegado a tiempo, el liderazgo de Negrín podría haber cambiado el curso de la guerra", explicó que "El sabía perfectamente qué era el fascismo, por su pasado como científico en Alemania. Lo conocía, y sus proyectos, por eso se dispuso a resistir, desesperado".