La proximidad de unas elecciones magnifica todo, lo descontextualiza, lo perjudica y lo politiza, no en el buen sentido del término, que supondría buscar una solución a un problema en pro del bien común y del servicio a la comunidad, sino que genera rencillas partidistas entre distintas posiciones que buscan intereses propios y provocan discusiones baldías en las que el ruido ensordecedor oculta y aprisiona la sensatez.

La equidistancia en el área de población que abarca podría ser una de las razones para decidir la ubicación de un servicio público tan necesario e imprescindible como es un centro de salud. Pero no puede ni debe de ser la única. Sería muy complicado encontrar un lugar céntrico para colocar las dependencias que atienden a todos los vecinos, de forma que ninguno tuviese que desplazarse más metros que otro cuando deba visitar a su doctor. Desde luego no es el criterio que se ha seguido a la hora de buscar ubicación a muchos centros de salud de Badajoz, predeterminada por dónde se encuentre la parcela de uso sanitario en el plan urbano. Al planificar Cerro Gordo no se midió la equidistancia, pues su centro de salud se sitúa en uno de los extremos del flamante barrio que surgió de la nada. Tampoco el de San Fernando, ni mucho menos el de Valdepasillas, que ni siguiera se encuentra dentro del barrio que le da nombre, sino en el del Cerro del Viento. Pobrecitos los usuarios de Llera, que dependen del centro de salud situado en Montero de Espinosa, o los de Cerro de Reyes, que tienen que salir de su barrio para hacerse una analítica y no digamos ya los de Las Vaguadas, que llevan años reclamando un centro de salud en su entorno.

Es curioso que de los problemas de estructura en el edificio del centro de salud Los Pinos, que atiende al Casco Antiguo y Pardaleras, nos hayamos enterado por la denuncia de colectivos vecinales y no fuese la Consejería de Sanidad la que diese la voz de alarma, conocedora como era de la aparición de las grietas, que están a la vista de trabajadores y usuarios. Ya había realizado el informe cuando saltó a la luz pública la necesidad del traslado y entonces el problema se expandió y se convirtió en un asunto de interés general en que está opinando hasta el de la callejina.

Se admiten apuestas. De momento ganan quienes piden que el centro de salud vuelva al ala del Hospital Provincial donde ya funcionó y del que se marchó cuando Zapatero anunció la conversión del antiguo edifico en Parador Nacional, en una época en promesas volátiles. Este centro de salud debe ser el único de Badajoz que nunca ha tenido edificio propio. Estuvo en la calle Zurbarán, después en Donoso Cortés, más tarde en el Hospital Provincial y, ahora, en Los Pinos. Quien tiene que dar el visto bueno para que regrese al viejo hospital es su propietario, la diputación. Pero su presidente, Miguel Ángel Gallardo, no está por la labor. Así se lo ha comunicado a la consejería, que ha acatado sin rechistar. Gallardo aduce razones económicas, por el coste de la rehabilitación. Pero de todas formas hay que afrontar el gasto si se quiere recuperar todo el edificio y no va a hacerlo ningún jeque. Otra razón es que el uso sanitario no estaba en los planes y acusa al ayuntamiento de deslealtad. No estaba en los planes, como tampoco lo estaban las grietas de Los Pinos. El ala del inmueble donde estuvo el centro de salud aún no tiene uso definido, con lo cuál, qué mejor destino que el que ya tuvo y que además apoya la mayoría de la corporación municipal, a la que un día Gallardo pidió consenso para devolver la vida al viejo hospital.