"En las bibliotecas catalanas pusieron hilo musical y empezaron a frecuentarlas amas de casa y ciudadanos de a pie que nunca antes habían ido porque pensaban que eran un lugar para estudiantes", según recordó la directora de la Biblioteca del Estado Bartolomé J. Gallardo, Carmen Carrera, quien se mostró partidaria de que la biblioteca pacense "sea un lugar de trasiego, no de silencio".

Sin embargo, la realidad es bien distinta, ya que hay muchos meses del año en el que está totalmente ocupada por estudiantes, "que encima protestan porque no hay silencio total cuando hay que atender a personas mayores que no oyen bien".

Por ello, defendió que la biblioteca tenga cada vez menos puestos y sea un centro vivo de información que utilicen todos los ciudadanos. "Este no es el sitio para los estudiantes, que ya tiene bibliotecas especiales para ellos en las que no tienen cabida ningún ciudadano". Sí la pueden usar "como complemento al estudio".

Además, con la crisis, según añadió, se recurre más a ella y al préstamo de materiales (libros, discos y películas), aunque la directora se quejó "por el destrozo de material que se hace de algo que es un bien público", que suele ser frecuente.