El Guadiana, según un estudio de Greenpeace, tiene 30 puntos negros, 12 de ellos en la provincia de Badajoz y al menos siete en la comarca pacense. Las causas son la hiperexplotación de acuíferos en la cabecera, sobre todo, que ya afecta al resto de la cuenca, la contaminación por nitratos, presencia de microorganismos y metales pesados por vertidos industriales, el expolio ambiental de algunas plantas de áridos y una muy deficiente depuración de vertidos.

La mayoría de esas causas ya eran conocidas y, aunque cada vez se escucha más fuerte la voz de los ciudadanos que claman por la limpieza y mantenimiento del río como un recurso vital, la permisividad de la Administración y la falta de medios y de vigilancia --sin contar la labor de limpieza que desarrolla la CHG en el tramo urbano, que evidencia hasta qué punto el río es un basurero-- son ya casi un atentado más por dejación y omisión. Que aún se permitan vertidos químicos, que no funcione una depuradora aguas arriba en Badajoz, y que el tratamiento que se espera de la margen derecha no comience hasta el 2007, como mínimo, no hace más que profundizar en la degradación de lo que queda del Guadiana.