Que la limpieza no es el fuerte de esta ciudad, parece evidente. Por un lado, las autoridades locales se muestran incapaces de resolver el problema de la suciedad que desborda la calle, y por otra, los propios ciudadanos parecen haber renunciado al valor de la higiene, al menos en el ámbito público. A ello hay que unir la actitud de quienes se dedican a quemar contenedores, de nuevo contra la limpieza, o, como se ve en esta fotografía, a romper o robar las papeleras.