Los agentes de la Guardia Civil que serán llamados hoy a declarar tendrán que aportar mucha luz a las distintas y contradictorias versiones aportadas ayer en el primer día del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial contra dos jóvenes pacenses por detención, robo con violencia, lesiones, coacciones, seguridad vial y atentado en relación a los los hechos ocurridos en el polígono industrial de Gévora los días 31 de julio y 1 de agosto del año pasado. Según trascendió entonces estos dos jóvenes, de 29 y 30 años, fueron detenidos tras un intenso tiroteo de la Guardia Civil después de que un empresario, cuyas iniciales son V. M. D. R., que tiene una nave en este polígono dedicada a la compra y venta de vehículos, denunció que había sido secuestrado, atracado y agredido por estas dos personas.

Los acusados, identificados como I. S. S. y C. F. S., en prisión por estos hechos, coincidieron ayer en una versión muy distinta a la que esgrime el Ministerio Fiscal y la víctima. Ambos negaron en todo momento que fuesen armados. Contaron que se dirigieron a la nave de Gévora con la intención de adquirir un coche, que un conocido, cuñado del empresario, les dijo que podían tener por 8.000 euros, pero al llegar el 31 por la mañana a la nave la víctima les pidió 10.000. Uno de los detenidos aseguró no conocerlo de "nada" pero el otro, que es quien conducía el Mercedes negro en el que circulaban, afirmó que este empresario "es amigo mío desde hace seis años".

Juntos los tres se subieron al coche para ir a una gestoría a hacer la transferencia y se produjo "un forcejeo" entre I. S. S. y la víctima, hasta que C. F. S. los separó. Fue esta, según ellos, la causa de las lesiones que presentaba. Contaron que el empresario les propuso participar en una descarga de droga en Málaga porque, según ellos es un conocido traficante, pero se negaron. Quedaron a la mañana siguiente para la transferencia del coche y fue entonces cuando se encontraron con tres "encapuchados" de negro que empezaron a dispararles "y cogí tanto miedo" que se metieron en una nave donde había trabajadores. Allí fueron detenidos. Aseguraron que no sabían que eran agentes de la Guardia Civil al principio, porque no iban identificados, "yo pensaba que eran tíos mandados por V. para quitarnos el dinero".

Estos testimonios no tienen nada que ver con lo que contó en el juicio el empresario, que compareció detrás de una mampara y negó conocer a los detenidos, salvo a uno "solo de vista" aunque hay testigos que los habían visto juntos de copas. Aseguró que lo obligaron con empujones a subir en el Mercedes negro amenazándole con sacar "el trasto" (una pistola). Una vez dentro, C. lo encañonó con una pistola y le golpeó. Pararon en un descampado donde le propinaron una paliza, "yo pensé que me iban a matar", manifestó, hasta que desveló que tenía 7.000 euros en la nave de Gévora, donde I. fue a recoger el dinero y quedaron para el día siguiente para apropiarse también con un coche que había visto en la nave. Según el empresario, esa noche se acercó al Infanta Cristina "porque me quedaron bastante mal" y allí se personó la Policía Nacional, pero como había ocurrido en Gévora, era competencia de la Guardia Civil, que preparó el dispositivo para la mañana siguiente. Según dijo ayer este hombre, los agentes llevaban chalecos identificados en la espalda. V. negó que se dedique al tráfico de droga, aunque reconoció que tiene un juicio pendiente por un delito contra la salud pública y el fiscal le pide 5 años de cárcel.

También ayer declararon el cuñado del empresario, el mecánico de su taller, un conocido que lo acompañaba el día 31 y el responsable de la gestoría. La sala estaba repleta de público, amigos y conocidos de los detenidos. Algún testigo se negó a concretar detalles que en sus primeras declaraciones sí confirmó y el presidente de la sala le preguntó si temía alguna represalia, pero lo negó.