Aunque las cifras se mantienen y todavía hay muchas víctimas que optan por no denunciar, la media habitual que registra la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en Badajoz es de dos denuncias diarias por malos tratos en el ámbito familiar, lo equivale a unas 60 al mes, según los datos facilitados a EL PERIODICO por Tomás Aguado García, inspector jefe del Grupo de Delitos contra las Personas. En base a su experiencia, estas cifras se han estabilizado aunque, desgraciadamente "sigue habiendo muchas mujeres que no denuncian", dice.

La gran mayoría de las denuncias son por malos tratos del hombre sobre la mujer, la denominada violencia de género, distinta de la violencia doméstica, que se produce en el ámbito familiar, entre padres e hijos o entre otros parentescos. Se registran algunos casos de padres a hijos y de hijos a padres, fundamentalmente por toxicómanos que quieren lograr dinero. Pero el prototipo es la del hombre sobre la mujer por agresiones.

En cuanto al maltrato psicológico, Aguado señala que es más difícil de denunciar y de probar. Sí es frecuente "la amenaza diaria", que provoca un desgaste en la víctima, a la que se dedican frases de desprecio hacia la labor que realiza, que van minando su autoestima. Ese es el prototipo de maltrato psicológico, pero no se denuncia, salvo que esté acompañado de la amenaza de muerte. El inspector relata que una frase habitual del agresor hacia su víctima suele ser "de la cárcel se sale pero del cementerio, no".

CINCO FASES Este funcionario describe que el ciclo de los malos tratos suele reproducir cinco fases: tranquilidad, tensión, agresión, arrepentimiento y la reconciliación de la pareja. El inspector asegura que, por su experiencia, tras el arrepentimiento viene un periodo de tranquilidad "pero tarde o temprano se reproduce la agresión". De hecho, las denunciantes se repiten con cierta frecuencia.

Aguado es de la opinión de que la orden de alejamiento dictada por los jueces está cumpliendo su función "a la perfección" y el que no la respeta "es porque es un delincuente".

Cuando una mujer llega a la comisaría suele entrar humillada, alterada y dolida. En ese momento el funcionario le ofrece solicitar una orden de protección que puede llevar aparejado el alejamiento y la víctima lo acepta. El problema surge después, cuando el agresor se arrepiente y su pareja vuelve a acogerlo. Según Aguado, la reconciliación se produce en un alto porcentaje de los casos.

Pero la orden de alejamiento es por sentencia firme del juez, y por tanto es una medida que no se pueda revocar salvo indulto. "Este problema se está dando diariamente", cuando se produce el sinsentido de que si la policía comprueba que el agresor está con la víctima debe detenerlo porque está quebrantando una sentencia, aunque su pareja lo haya perdonado. Tomás Aguado asegura que existen muchos casos así en Badajoz. De hecho, en estos momentos se está mandando a la cárcel por incumplimiento de la orden de alejamiento. Este policía piensa que la orden de alejamiento es una medida eficaz que sirve como elemento disuasorio.

Además, señala que en ocasiones la reconciliación está motivada porque la víctima no tiene independencia económica, es de mediana edad y acepta que su pareja regrese a casa a cambio de garantizar su manutención.

La ley prevé subvenciones para situaciones de desamparo, en función de la capacidad laboral, de los hijos a su cargo y los ingresos del agresor. Una de las medidas civiles que puede ordenar el juez es el uso y disfrute de la vivienda a favor de la víctima.

ESTRATOS SOCIALES Las agresiones se producen en todos los estratos sociales, pero a la hora de denunciar, son más decididas las víctimas de clases más modestas. Las de estratos más altos no se atreven, quizá por "prestigio" o "por el qué dirán", asevera Aguado. Algunas veces la información llega a la policía porque las víctimas van a curarse al hospital y el personal sanitario tiene la obligación de mandar el parte médico al juzgado. En un primer momento afirman que les ha agredido su pareja, pero luego mantienen silencio. Muchas no denuncian pero la policía lo hace de oficio y se celebra el juicio. Aunque la víctima no quiera, está obligada a ir ante el juez.

Afortunadamente, a pesar de que las detalles de los malos tratos son siempre trágicos, el inspector de este grupo comenta que la mayoría de las denuncias no son por lesiones graves, sino hematonas o erosiones y sobre todo amenazas sobre ellas o los hijos, lo cual no resta importancia al maltrato.

También llegan muchos casos en los que la mujer decide poner fin a la relación, el marido no está de acuerdo y se vuelve violento contra ella y contra su nueva pareja que, por cierto, también puede solicitar la orden de protección. No son frecuentes las denuncias de hombres contra mujeres, aunque en Badajoz se ha producido alguna. "Son testimoniales", recalca este inspector de policía.