Soy de una generación que llegó a la mayoría de edad con La Clave, un programa de debates en directo. Era en TVE2, cuando solo había dos cadenas y que durante muchos años tampoco llegaba a Extremadura. Tras una película, seis contertulios dialogaban con gran educación, respeto, buenos modales y argumentos, moderados por José Luis Balbín. Mucha gente los seguía, los comentaba y valoraba la opinión de quien pensaba de manera distinta intentando entender razones y aproximarse a la verdad. Poco tenía que ver con la Tv espectáculo actual como Sálvame, donde prima el enfrentamiento, lo efímero y el conflicto, siendo consciente el público, en muchas ocasiones, de que el tema de debate es puro montaje mediático y que la verdad es indiferente.

En la Transición la sociedad venía escaldada de una guerra que había partido el país y que nos había ocultado gran parte de la realidad. La gente tenía ganas de superar cuarenta años de buenos y malos y tenía necesidad de escuchar a los otros, crear espacios de convivencia y diálogo, y de conocer la verdad. ¿Qué ha pasado en estos cuarenta años para que a nadie le importen las razones ajenas y solo aquello que le refuerza sus propios prejuicios, aunque sean mentira? La violencia se está apoderando de nuestra convivencia cotidiana y lo importante es imponerse al adversario. Dicen los estudios que la gente presta más atención a la mentira y que se difunde más rápido que a la verdad. La gente golpea a los médicos en los hospitales, los niños ejercen violencia en las aulas, los hinchas se enfrentan en cada partido y los padres de los niños se enzarzan entre ellos cuando no la toman con el árbitro o el entrenador. Estos días se habla mucho de feminismo, pensiones o inmigración, pero parece que solo se puede tener una línea de pensamiento y si se piensa distinto es mejor ocultarlo. Hemos creado un mundo efímero, de usar y tirar y de rápidas recompensas, hemos perdido la paciencia, el respeto a la diversidad y a la convivencia y el valor de la verdad. Cómo echo de menos La Clave, aunque me temo que hoy solo se difundirían y se verían los momentos seleccionados con intencionalidades manipuladoras. Tenemos que escuchar y dialogar más.