Alfredo Hurtado (Toledo, 1943) fue diagnosticado de una enfermedad incurable --formación de trombos en arterias-- cuando tenía 23 años, pero en vez de buscar un refugio --le dieron dos años de vida--, decidió viajar con su guitarra y así lo hizo por Alemania, Holanda, Suecia, China y Tailandia, hasta que ingresó, hace 12 años, en el centro para discapacitados en Alcuéscar. Allí vive y desde allí colabora con la confederación de minusválidos para dar charlas, en las que cuenta su experiencia sobre cómo ha podido superar su enfermedad, para ayudar a otras personas que se encuentran en una situación similar.

Esa experiencia y su personal filosofía de la vida, desarrollada a partir de la lectura de Diálogo entre Yo y el inconsciente , de Young, se verá plasmada en un libro, en el que trabaja con el escritor Agustín Romero, quien tras aceptar la propuesta de Cocemfe-Badajoz de escribirlo, ha decidido hacerla en forma de novela, en vez de una biografía al uso.

"UN REGALO DE DIOS" Hurtado, guitarrista profesional que hoy carece de manos y piernas y vive sobre una silla de ruedas, considera que su actitud, después de dos intentos de suicidio, "no es producto de mi voluntad, sino un regalo de Dios". Y anima a buscar el ánimo necesario para superar los problemas de la vida, "los límites no los pone la vida, los ponemos nosotros", dijo.

El proyecto fue presentado por el presidente de Cocemfe, Jesús Gumiel, quien explicó que se hará una tirada de 4.000 ejemplares y la recaudación por ventas será para Alfredo Hurtado. El escritor ha decidido no cobrar por su labor, nada más que los gastos de desplazamiento, dado que se ven una vez a la semana para entrevistarse.

Romero, autor de Cacharritos rotos , explicó que espera tener el libro en un año y medio y destacó de Hurtado su vitalidad, "cuando me encontré con él me dijo: ...pero estoy vivo", contó.

El autor aclaró que "no es la historia, no lo contrario de Mar adentro ", y se estructura en tres partes: el encuentro con un amigo al que cuenta su vida hasta que se va de casa; confesiones a ese amigo sobre su propia experiencia y su reflexión personal en el centro de Alcuéscar.

Alfredo Hurtado asegura que no hay recetas, que hay que aceptarse y no obstaculizar el crecimiento propio. Su filosofía, dice, no tiene que ver con ideas de nadie, sino con la búsqueda de uno mismo.