Tener un hijo puede ser el momento más feliz de la vida de una mujer pero también convertirse en un drama si es inesperado y no ha llegado el momento oportuno. Cada año más de 500 adolescentes extremeñas se quedan embarazadas. La mayoría son no deseados, como ponen de manifiesto diferentes estudios que aseguran que 9 de cada 10 embarazos no han sido buscados. Esto explica que casi el 50% de las jóvenes extremeñas interrumpan voluntariamente su gestación, aunque siguen siendo algunas más las que deciden seguir adelante. Basta mirar los últimos datos disponibles: en el 2011 se registraron 580 embarazos en jóvenes menores de 19 años, de éstas, 306 dieron a luz y otras 274 abortaron.

La estadística del Ministerio de Sanidad es similar cada año. El número de adolescentes encintas apenas varía, pero sí difiere la cifra de abortos a edades tempranas, que aumenta levemente. En los últimos tres años, con estadísticas oficiales de Sanidad, la tendencia es alcista: 243 jóvenes abortaron en 2009, 264 en 2010 y 274 en 2011. Este incremento se repite si atendemos a todas las edades. En el 2009 abortaron 1.376 extremeñas, en el 2011 fueron 1.657. Los datos de la Consejería de Salud muestran que la cifra se redujo en 2012 hasta los 1.427 y en los siete primeros meses de 2013 se registraron 1.016 abortos, de los que 157 fueron de menores de 19 años.

"La tasa de embarazo adolescente que se mantiene a lo largo de las últimas décadas es realmente preocupante", sostiene Azucena Llopis, médico de Planificación Familiar en Mérida. ¿Las causas? Los expertos coinciden en el inicio de las relaciones sexuales cada mes más tempranas y el poco uso de anticonceptivos por las características de este grupo de edad: "los jóvenes se sienten invulnerables y no perciben el riesgo", asegura la doctora. El ginecólogo Damián Gallego apunta en la misma dirección. "Hoy en día se banaliza la sexualidad demasiado y se tienen relaciones con una inmadurez que hace que no se valoren los riesgos, tanto de embarazos no deseados como enfermedades de transmisión sexual".

En los últimos tres años la media de edad de las jóvenes que se sometieron a un aborto fue de 17,46 años en la región. Esta precocidad preocupa especialmente a los expertos que atienden casos de niñas con 13 años, la menor edad a la que se ha registrado en los últimos años un aborto en Extremadura. En un lustro (de 2007 a 2011) se han atendido 47 embarazos de adolescentes entre 10 y 14 años. La mayoría de estos casos, 29 en concreto, optaron por el aborto, mientras que otras 18 niñas siguieron adelante con la gestación.

¿Qué supone un embarazo precoz? Aunque biológicamente sea posible, "el organismo de la mujer no está preparado para un embarazo hasta los 18 o 19 años, antes puede haber cierta inmadurez", señala el doctor Gallego. Y esto tiene consecuencias de dos tipos. "A nivel físico hay mayor incidencia de partos prematuros y de niños de bajo peso, algunas veces por ocultar la gestación en los primeros meses y no acudir a los controles. A nivel psicológico las consecuencias son más importantes porque generalmente son embarazos no deseados, en parejas no establecidas, que rompen el plan de vida adolescente y todo ello hace que el índice de trastornos psicológicos graves sea alto y las repercusiones a largo plazo frecuentes", explica.

DECISION En 2005 se alcanzó el mayor número de embarazos en menores de 15 años, 13. En 2009 y 2011 también se registraron doce casos cada año, la mayoría opta por el aborto. "Interrumpir un embarazo es una decisión complicada, por muy necesaria o conveniente que se considere. El parto puede ser más difícil, pero si ha sido aceptado y hay apoyo familiar no debe suponer graves problemas", sostiene el ginecólogo. "Al final es una decisión personal que la mujer debe tomar con toda la mayor información posible", cuenta la presidenta de Red Madre, que apoya y escucha a las embarazadas en esa situación.

¿Falta información, educación, responsabilidad,-? "En general existe gran desinformación sobre los métodos anticonceptivos, no está interiorizada la idea de que su uso tiene que ver con la salud, sino todo lo contrario, siguen estando demonizados", afirma Llopis. Según los datos facilitados por la consejería, el 42% de las mujeres que han interrumpido su embarazo en lo que va de año reconoce que habitualmente no usa métodos anticonceptivos. "Desgraciadamente la educación sexual desde el enfoque familiar, escolar y sanitario sigue siendo una asignatura pendiente en pleno siglo XXI. Son escasas y puntuales las oportunidades de nuestros adolescentes para obtener información veraz y la formación necesaria que les dote de la capacidad de tomar decisiones informadas sobre la sexualidad, que les ayude a enfrentarse al complejo mundo de las relaciones humanas y los afectos", cuenta esta médico. En este sentido hay diferentes colectivos y asociaciones de madres y padres de alumnos que intentan dotar a los jóvenes de esta necesaria educación. "A los padres nos preocupa este tema porque no se habla lo suficiente ni en la escuela ni en casa", dice Mercedes, del Ampa del IES Loustau de Valencia de Alcántara, que está desarrollando un programa de educación afectivo sexual para alumnos de ESO. Este es uno de los que ha logrado una subvención de la Consejería de Salud.

La Fundación Desarrollo y Persona tiene en marcha otro programa similar en cuatro centros. "Lo importante es implicar a todos en esta formación desde un punto de vista más humano", dice Inmaculada Cirera, responsable de esta fundación en la región. "Los jóvenes tienen información pero no una formación adecuada", insiste. El doctor Gallego va más allá: "Información tienen más que nunca, no es cuestión de eso, sino de que los jóvenes usen responsablemente esa información. La actitud común entre los jóvenes de que todo está al alcance, de que hay que vivir apresuradamente y sin límites puede costar caro".