Muchos de los compradores de los 154 pisos que la Inmobiliaria Municipal ha construido en el Fuerte de San Cristóbal han sufrido la incertidumbre de no saber cuándo podrían ocupar sus casas, pero la mayoría se sentían ayer felices cuando formalizaron en el ayuntamiento las escrituras y recibieron un paquete donde, junto a la documentación de sus viviendas, iba un manojo de llaves y un carta en la que el alcalde, Miguel Celdrán, les pide disculpas por el retraso de la entrega.

En este escrito, Celdrán transmite a los compradores que la entrega de viviendas de la Inmobiliaria Municipal siempre es una gran satisfacción y en "en este caso más, si cabe, dadas las dificultades por las que ha pasado esta promoción, que sabéis hicieron dudar de su viabilidad técnica y económica". El alcalde se refería a los problemas que surgieron con los cimientos, que retrasaron 14 meses la obra (finalmente han sido 18). Celdrán no dejó pasar la ocasión para agradecer a los compradores "la comprensión y confianza que habéis demostrado durante el periodo de demora".

EN CASA Casi todos los compradores se dirigieron, en cuanto tuvieron sus llaves, a ver sus nuevas viviendas, que apenas conocían. Muchos llegaban acompañados de familiares y amigos para compartir este momento.

Antonia Tapia y Antonio Rodríguez acudieron con dos de sus tres hijos. Ella estaba nerviosa. El ascensor no funcionará hasta dentro de unos días, pero no les importó subir andando hasta el tercer piso. Se les iluminó la cara al entrar. Todos se asomaban a las ventanas para comprobar las privilegiadas vistas. Esta familia ha vivido de alquiler durante 22 años y ésta será su primera vivienda en propiedad. Para ellos, la espera "ha sido una ruina" y ahora, echando la vista atrás, Antonia afirma que "si tuviera que empezar, me compraría una casa ya hecha, no sobre planos".

Mientras, una pareja de jóvenes, David Adame y Laura Vázquez, subía a su dúplex de dos habitaciones. "Es chiquitito, pero es nuestro", decía él. Los acompañaban algunos familiares, todos igualmente ilusionados. Lo único que lamenta David es la falta de información, porque entiende que en cualquier obra surjan imprevistos, "pero tenían que haberse puesto en contacto con nosotros".

Menos contento se mostraba Antonio Salvatierra, uno de los vecinos que se ha venido reuniendo cada domingo a pie de obra para exigir que se agilizase. Antonio aseguró que él está dispuesto a denunciar por el perjuicio que ha sufrido y otros propietarios lo harán con él.