Del violeta al rojo pasión pasando por todos los colores del arcoiris plasmados en banderas, mochilas, zapatillas, camisetas y todo tipo de accesorios como símbolos de la diversidad que volvió a protagonizar la fiesta de Los Palomos, que celebró ayer su jornada más lúdica con un cargado programa de conciertos en la Alcazaba y Puerta Palmas. Miles de personas acudieron a ambos escenarios. A las 20.30 horas se habían contabilizado 6.000 en el de arriba y 8.000 en el de abajo, pero se preveía que la afluencia creciese en torno a las once de la noche, cuando estaban anunciados los concierto de los cabezas de cartel: Lola Índigo y Sofía Cristo.

OBK actuó temprano y consiguió animar con sus temas clásicos a un público entregado que coreó sus canciones. «Que siga esta Historia de amor por muchos años más», lanzó el vocalista antes de concluir su espectáculo. Ante la prensa, Jordi Sánchez, rememoró que hace 27 años presentó en Badajoz, en la Costa Oeste, su primer elepé con Los Cuarenta Principales. Allí estaba el locutor Manuel Pagador para recordárselo, pues fue él quien los presentó. «Aunque estoy más mayor tengo la misma ilusión, porque lo que me mantiene vivo es la pasión por la música y poder compartirla con el público». Así lo demostró en Los Palomos, una fiesta a la que acudía por primera vez y «de la que me habían hablado muy bien».

Sofía Cristo sí conocía Los Palomos. Estuvo hace tres años y quería repetir. En Badajoz estrenó ayer su nuevo tour de verano y prometió a su público «una noche inolvidable, porque también lo será para mí». Anoche pudo comprobar cómo ha crecido esta fiesta que, en su opinión «es ya un festival con un nombre potente».

La nota amarga de la jornada la protagonizó sin merecerlo algún desalmado anónimo que con nocturnidad profanó con una pintada franquista uno de los murales dedicados a personas que han ayudado a visibilizar el colectivo LGTBI, el de Chavela Vargas, de una fachada de la calle Bravo Murillo. La Fundación Triángula no tardó en reaccionar denunciándolo en las redes sociales y miembros de la Plataforma Artística Cultural Oliventina procedieron a limpiar la pintada y recuperar el mural.

Ajenos a la polémica, tres amigos, Joan, Sergio y José Juan, disfrutaban de esta celebración por primera vez procedentes de Barcelona. La impresión que se lleva Joan es que «es una fiesta reivindicativa de algo en lo que somos sensibles», mientras que Sergio destacó la buena acogida de una ciudad que no conocía. A José Juan le llamó la atención «el respeto a la diversidad, hay familias, niños, bebés, es una manera muy inteligente de ser inclusivo». Porque «cuando veo aquí gente joven, que no es gay, que simplemente viene a compartir este día, me hace pensar que Badajoz está siendo en ese sentido vaguardista».