Un centro especial de empleo que permita obtener beneficios que se inviertan en la compra de productos, al mismo tiempo que se da la posibilidad a los beneficiarios de acceder a un puesto de trabajo. Este es el proyecto en el que trabaja el economato social con el objetivo lograr fondos con los que autofinanciarse y garantizar la continuidad de este proyecto, ya que hasta la fecha solo se sostiene con subvenciones y ayudas puntuales.

Así lo explicó su presidenta, Mercedes Arias, quien señaló que la idea es ofertar a través de este centro especial de empleo servicios de vigilancia, limpieza o mantenimiento a empresas y entidades públicas y privadas, revirtiendo los beneficios que se obtengan en la compra de alimentos y productos para el economato. La bolsa de empleo que se creará estará formada por personas que ahora tienen que acudir a este servicio, lo que permitirá que, una vez que sean contratados, dejen de recurrir a él y puedan acceder en su lugar otras familias que se encuentran en lista de espera.

Según Arias, en estos momentos más de una treintena de familias están a la espera de poder ser atendidas. Ésta es la cifra oficial, es decir, de las que han cursado la solicitud, aunque Arias reconoce que el número es mayor, pero que muchas otras ni siquiera han presentado la documentación porque saben que en la actualidad es inviable que puedan acceder a este servicio.

El 70% de los trabajadores del centro especial de empleo deben ser personas con discapacidad o incapacidad laboral, un perfil que, según la presidenta del economato, tienen muchos de los usuarios.

Este proyecto nació hace más de tres años y medio y, salvo los tres meses que permaneció cerrado mientras se buscó una nueva ubicación --se trasladó de San Fernando al polígono industrial El Nevero--, se ha ido sosteniendo con las aportaciones de instituciones públicas y privadas. Los usuarios solo pagan el 50% del importe de los productos y el otro 50% lo asume el economato. Sin otras fuentes de ingresos, las pérdidas que se afrontan al mes rondan los 4.000 euros, a las que hay que sumar otros gastos como la luz --con una elevada factura por las cámaras refrigeradoras y congeladores-- o el agua. El alquiler «casi» se cubre con las aportaciones de 5 euros al mes de los socios.

«Hacemos todo lo que podemos, siempre a trancas y barrancas, pero, de momento, no contamos con un apoyo estable», lamentó Arias.

A partir del mes de enero está previsto que el economato abra sus puertas dos veces por semana, en lugar de una como hasta ahora, para poder atender a un centenar de familias. En estos momentos se atiende a unas 80, pero esa cifra se incrementará después de haber ampliado el servicio a familias con problemas de intolerancia o alergias alimentarias a través de un convenio con distintas asociaciones y la colaboración económica de la Diputación de Badajoz. Estas personas no solo tienen acceso a estos productos especiales, sino al resto de los que se ofertan en el economato.