Los problemas con la licencia de obra preocupó a muchos trabajadores de la base de Bótoa que esperan desde hace tiempo que se construya la guardería, aprobada en el 2006 para conciliar la vida familiar y laboral.

Desde que se conoció que se había denegado el permiso municipal, fueron muchos los que se interesaron por el futuro de la guardería, unos porque tienen hijos pequeños y otros porque los están esperando.

Una de estas trabajadoras es Soraya, una cabo primero nacida en Madrid que se encuentra embarazada de seis meses. Llegó a Badajoz en junio del pasado año procedente de Vitoria y según afirma eligió entre las opciones vacantes la base de Bótoa "porque tenía aprobada la guardería".

Hasta que no tenga el bebé no podrá solicitar plaza, pero tiene previsto utilizarla. "Para mí sería un lujo tener al niño cerca, nos va a dar más tranquilidad. A mi hijo de tres años lo tuve que llevar cuando llegué a una privada".

El horario del personal militar no es siempre compatible con el de las guarderías públicas, y las privadas resultan muy caras a soldados que cobran 900 euros.

A esto se suma que muchos vienen de fuera y no tienen el apoyo de la familia ni conocen a nadie, según Víctor Gallego, presidente de la asociación militar deportivo sociocultural Alcazaba. Uno de los fines de esta asociación es apoyar a los militares y sus familias que llegan a la ciudad.

Mónica, una cabo pacense que está a punto de dar a luz, no tiene previsto utilizar esta guardería, ya ha buscado una cerca de su casa, también tiene ayuda de la familia. Sin embargo, cree que es "muy útil" para muchas compañeras que viven en pueblos pequeños donde no hay guardería.