Los detalles del proyecto del parque de Ocio de Castilblanco generan sensaciones contradictorias. La primera impresión es de incredulidad, sospechas, desconfianza, electoralismo y de tomadura de pelo una vez más. Por otra parte, genera la necesidad de cuestionarnos ¿Por qué no? ¿Tenemos derecho a rechazarlo o estamos en condiciones para descartar una probabilidad de viabilidad por muy pequeña que sea? ¿Qué costes y riesgos asumimos si al final no fuese real?. Confío que desde la Junta de Extremadura y desde el Ayuntamiento de Castilblanco, con el PSOE y PP detrás, se hayan hecho las investigaciones necesarias para comprobar la solvencia. Parece que quien lo promueve es un ex vicepresidente de Disney responsable de los Parques Temáticos y con dilatada experiencia empresarial. En España en los últimos años ha habido varios precedentes: Eurovegas y Aluchina en Madrid, el Reino de Don Quijote en Castilla-La Mancha, el BCN World en Cataluña y Los Monegros en Aragón. Ninguno salió y en todos los casos las administraciones, medios de comunicación y la opinión pública le prestaron atención y se pusieron a trabajar para hacerlo posible. La necesidad y oportunidad parece que existe, y por tanto desde Extremadura tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para no perder esta oportunidad. El no ya lo tenemos.

Lo adelantado parece una utopía, pero también para muchos algo incomparable, y mucho más imaginable, como la Isla de Valdecañas les parecía imposible e inimaginable y no sólo fue posible, sino que puede ser posible que una vez hecha posible la hagamos imposible. De locos.

Extremadura no puede hacer depender de este proyecto su futuro. Ni debemos aceptar que esta sea la principal salida laboral de los extremeños. Pero no debemos desaprovechar esta oportunidad y estresar al máximo nuestras capacidades para hacerlo posible. Si la principal debilidad son las infraestructuras de comunicaciones las administraciones deben asumir urgentemente hacer realidad la Línea de Alta Velocidad Madrid-Lisboa, la línea de Puertollano y la Autovía de Levante. Y si al final no sale, la experiencia habrá sido positiva y el dinero gastado será una inversión de futuro que ya la rentabilizaremos.