Seguridad y emoción podrían definir la reapertura de las grandes superficies ayer en Badajoz, en el inicio de la fase 2 de desescalada en el estado de alarma por el covid-19. El público vivió su reencuentro con unos establecimientos y sus empleados que formaban parte del vivir cotidiano hasta la llegada del confinamiento por el coronavirus. Tras 70 días de cierre, la reapertura de centros como El Corte Inglés, El Faro, Leroy Merlín, Conquistadores, o Carrefour, se guió por algo esencial: seguridad, higiene y protección para evitar contagios. Y restricciones para no superar en las zonas comunes el 30% de capacidad y el 40% en las tiendas; para el uso de ascensores, aseos y salas de lactancia; sin zonas recreativas, ni de descanso.

La llegada del público tuvo momentos de reencuentro entre visitantes y trabajadores; centros con vocación de pertenencia a la ciudad y clientes que saludan al entrar y preguntan por el estado de quienes les atienden. La norma fue cumplir las medidas de protección, con abundante cartelería e indicaciones para dirigir los flujos de personas, y de cómo actuar en cada lugar.

EL CORTE INGLÉS / «Un cliente me dijo en la puerta que hasta que El Corte Inglés no abriera, para él no habría normalidad», manifiesta Miguel Luna, responsable de Relaciones de El Corte Inglés. Explica: «Hemos estado muy volcados en la seguridad con la experiencia de tener abiertos los supermercados. Las medidas de seguridad se aprecian; lo primero es cuidar a nuestros clientes y compañeros; hemos implementado muchísimas».

«La experiencia nos ha hecho crear nuevos servicios únicos, como el click and car: compras por internet, vienes, tocas el timbre, te la bajamos y te la llevas; el tema técnico de ordenadores, en todos los servicios», cuenta.

También ,«todo lo que ha sido servicio social, como que cuando empezó la pandemia se diera prioridad a mayores y sanitarios, esas personas vienen a saludarnos, se presentan y te dan las gracias; resulta emotivo». Como la colaboración con entidades sociales como Cáritas, o Banco de Alimentos, «que recibimos el agradecimiento de la sociedad y eso ya nos llena».

En cuanto a la tienda, «se ha llenado, dentro de la capacidad restringida y cumpliendo las medidas de seguridad, con mascarilla obligatoria, lavarse las manos con gel, mamparas para separar a vendedor y clientes para cuidarles a ambos, vinilos en el suelo para guiar a las personas, separación de dos metros y cartelería con las normas de seguridad», explica Luna.

Además de que «se hace un conteo permanente del aforo, con ordenadores a la entrada y salida, y compañeros dedicados expresamente para controlar el aforo en cada planta». Y los ascensores, «solo para mayores, embarazadas o personas con discapacidad».

Para la limpieza, además del servicio habitual, «el propio personal tiene encargada una parte; por ejemplo, yo tengo que limpiar cada dos horas los cajeros de personal y del parking; estamos todos implicados, hay un compromiso de la tienda muy emotivo», afirma. Otro aspecto de control es la devolución de prendas, en los probadores, con retirada de los productos que ha tocado el cliente para desinfectarlos con vapor y rayos ultravioleta.

Miguel Luna destaca el valor de la experiencia en los supermercados, parafarmacia e informática «para ahora pasar de un número de pedidos a multiplicarlos por diez, lo que implica más seguridad, transporte, logística y formación, todos hemos pasado por un curso de covid-19».

Su sensación es: «El Corte Inglés es de nuestra ciudad, las personas quieren verlo funcionando, como su bar de referencia, es un sentimiento que se ve claramente; entran saludando al personal y los que nos conocemos vienen a verte, ha sido una mañana que queda en el recuerdo».

EL FARO / «No hemos querido que la gente se encontrara en un sitio pesado por abusar de la señalética, que ya es muy trágico lo que ha traído el covid; hemos querido que la visita del cliente sea lo más placentera posible; con ofertas de sobrecitos de desinfección de manos, toallitas de fragancia higiénicas; unos actores representado lo que estábamos haciendo en redes sociales y aquí físicamente y lo han agradecido mucho», afirmaba Paulo Belchior, del centro comercial El Faro.

Desde su punto de vista, «la gente que nos ha visitado en el primer día es muy responsable. Está viniendo gente y se comportan muy responsablemente, lo digo sinceramente. Hay gente en las tiendas, esperando en su cola, mantienen los dos metros de distancia, con mascarillas, muchos con guantes, están cómodos».

También es verdad, indicaba Belchior, que «nuestros operadores, en el caso de haber alguna necesidad, están preparados para suministrar ese tipo de elementos».

Esta actividad la desarrolla la plantilla normal, «nos hemos hecho refuerzo porque hemos invertido a nivel digital, tenemos un sistema que nos permite saber si estamos pasando los límites de aforo, entonces nos sentimos muy cómodos».

«Por ejemplo, hoy podrían entrar 8.000 personas; cuando los contadores llegan a los 6.000 avisan, directamente conectado a la seguridad del centro para que después nosotros podamos hacer esa gestión de aforo de personas», indicaba, Y añadía que «para serte sincero, podrá venir esa cantidad de gente hoy, pero al mismo tiempo lo vemos difícil, porque la gente ha entendido muy bien el mensaje; que vengan tranquilos a disfrutar, no todos a la misma hora, porque el centro está abierto en su horario normal».

Durante el primer día, la estimación, «por lo que he visto esta mañana, podrán pasar por aquí, incluso con la frontera con Portugal cerrada, que tenemos de un 15% a un 20% de visitantes portugueses, podrán pasar de 10.000 a 11.000 personas, pero no todas al mismo tiempo».

Otro factor que valoró es que «me gustó ver las terracitas de los restaurantes; había gente, pero con preocupación de no estar aglomerados; nos deja un sabor de boca muy dulce que la gente lo viva una forma muy responsable; eso ayuda muchísima. Incluso hemos tenido aquí a la policía municipal y nos han llamado para darnos la en hora buena; nos gustó ese detalle», dijo.

«Controlan la entrada, algunos probadores están cerrados y en los demás recogen la ropa que te has probado si no te la llevas; está bien organizado», afirma la cacereña María Jesús, informa Efe. Otros, como Pedro Jesús, que espera a sus hijas a la entrada de la tienda, afirman que «la gente está concienciada, mantiene la medidas de seguridad».