Estoy muy bien, muy, muy contento, y ahora tengo que irme», manifestó Alejandro con lágrimas en los ojos mientras abrazaba a su esposa, Ana María, y a su hijo Zeus, a quien acababa de conocer pues ha nacido en su ausencia, hace dos meses. Alejandro volvía de su octava misión en el exterior, pero para su esposa era la primera, explicó. «No conoce aún personalmente al niño, pero lo vio nacer por videoconferencia», señaló muy emocionada. También Daniel conoció a su hijo, de 10 días, al regreso de su cuarta misión, a quien abrazaba junto a su mujer.

Agustín aguardaba con una bandera a su hijo, con el nombre escrito y el mensaje «Ismael, te queremos». Esperaba verlo por la salida de pasajeros del Aeropuerto de Badajoz, conteniendo la emoción: «Se fue con 20 años y vuelve con 21; él ha estado muy bien, dice que es una gran experiencia, pero es muy joven y era la primera vez que salía; para nosotros ha sido mucho tiempo», explicó el padre, expectante.

Son algunos ejemplos de la fábrica de emociones en que se convirtió el aeropuerto pacense con motivo de la llegada y reencuentro con sus familias de los primeros 170 militares que han participado en la misión Presencia Avanzada Reforzada de la OTAN en Letonia. Era el primero de los dos vuelos previstos en el relevo de la Brigada Extremadura XI. Los esperaban la delegada del Gobierno, Cristina Herrera, y el jefe de la Brimz XI, Francisco José Dacoba, que dejará su puesto, por jubilación, el día que llega el segundo grupo otros 130 militares, explicó.

En torno a unas 500 personas -padres, hijos, maridos, esposas, madres y otros familiares- acudieron a recibir a los militares que marcharon al país báltico el 9 de junio --algunos desde abril para organizar la misión--, con gritos, palmas y carteles -«7 meses, 215 días, 6.960 horas, La espera ha merecido la pena. Bienvenidos a Casa», rezaba la de un niño.

Dacoba destacó el éxito de la misión, «que ha sido más prolongada porque hemos sido pioneros al ponerla en marcha», sin incidentes, y que vuelven todos.