El fenómeno juvenil del botellón se ha convertido en un verdadero problema para los enfermos que permanecen ingresados en el Hospital Provincial San Sebastián, en pleno centro de la ciudad, desde que el ayuntamiento valló el perímetro de la puerta del Pilar y de la zona conocida popularmente como Salto de caballos , lo que provocó el éxodo de los jóvenes a otras zonas cercanas.

Desde entonces, lo asiduos al botellón durante los fines de semana se han desplazado a los soportales de la calle Manuel Fernández Mejías y a la plaza de San Atón, justo delante y bordeando el hospital, en el que hay entre 150 y 160 enfermos ingresados que padecen las molestias de estas aglomeraciones las noches y las madrugadas de los fines de semana, debido al ruido, que les impide el descanso y dificulta su recuperación, según fuentes del propio centro.

TRASLADO DEL PROBLEMA

Con el cambio de lugar del botellón , el problema del ruido y la falta de descanso se ha desplazado de la zona de puerta del Pilar, cuyos vecinos han manifestado estar encantados con su nueva situación de tranquilidad, al entorno del hospital y de los edificios aledaños.

Los pacientes y los familiares de éstos han expresado ya sus quejas y su malestar a los responsables del hospital, porque el ruido no les permite descansar.

Además, en el bajo del mismo edificio se encuentra el servicio de Necropsia, en cuyo tanatorio se vela a los muertos, por lo que los fines de semana, los familiares se quejan de la falta de tranquilidad que supone la fiesta en la calle, a pocos metros de dichas salas.

La enfermera de Atención al Paciente del hospital, Hortensia Rodríguez, reconoce que las aglomeraciones de jóvenes están causando molestias graves a los enfermos y a sus familiares, de forma especial aquellos cuyas habitaciones dan a la zona de Manuel Fernández Mejías y a San Atón, donde a veces se congregan unos 2.000 jóvenes, con el consiguiente ruido hasta bien entrada la madrugada.

Los responsables del hospital, que ya en años anteriores padecieron este problema, pero en la parte trasera del edificio, y se pusieron en contacto con el ayuntamiento, han manifestado que volverán a hacerlo e intentarán hablar con el alcalde o bien con el concejal delegado de Seguridad Ciudadana, para pedirles que tomen medidas, en tanto que entra en vigor la ley antibotellón de la Junta de Extremadura, con la que esperan que se resuelva este problema.

Hortensia Rodríguez afirma que muchos de los pacientes están en proceso pos-operatorio y que, por tanto, requieren descansar para su recuperación, lo que parece imposible los fines de semana, dado que el ruido es continuo desde las doce de la noche hasta la madrugada, "lo que perjudica de forma muy seria la salud de los enfermos", dijo. Pero ahora, el temor está en que con la llegada del buen tiempo, las reuniones sean mayores y aumente el ruido, con los consiguientes perjuicios para los enfermos.