La democracia retrocede porque los demócratas lo permitimos. Porque muchos demócratas aceptan acríticamente cuestiones mediáticas como que "la clase política, los políticos y los partidos políticos se consolidan como el tercer problema de España". Tras la última encuesta del CIS, los medios más retrógrados del país han titulado así el asunto, utilizando el concepto "se consolidan", como si estuviésemos hablando de deportistas de competición luchando por el bronce que vuelven a hacer podio. Y, sin embargo, todo parte de una equivocación inicial y de un enfoque erróneo.

El error es considerar a la inexistente "clase política" (inexistente, porque los políticos proceden de todas las clases sociales y no integran ninguna en concreto) y a los partidos como un problema, cuando el problema son los malos políticos, los corruptos, los venales, los ineficaces, que son en realidad una minoría, aunque sean numerosos. De ahí surge el enfoque erróneo de la encuesta, que sitúa a los políticos entre las opciones a considerar como un problema, porque ya se ha extendido esa falsa premisa previamente y los medios más retrógrados se han encargado de explotarla a conciencia. Y claro, el 25% de los encuestados responden que el problema son los políticos y los partidos, y esta opción negativa queda automáticamente entronizada.

Sin entrar en que el 75% de los ciudadanos no tiene esa opinión --dato que también hay que considerar--, es evidente que hay una poderosa campaña dedicada a denostar a los políticos, atribuyendo a la generalidad de ellos la mala conducta de una minoría, culpándoles de todos los males que padece este país, sin tener en cuenta los bienes, y atacando a los partidos políticos, que son la base y la garantía de la democracia. El truco es evidente. Porque si lanzamos una campaña igual de poderosa contra los encuestadores, o contra los curas, o contra los empresarios, o contra los inmigrantes, o contra los gitanos, o contra los banqueros, o contra los periodistas, mañana tendremos que cualquiera de estos colectivos pasará a ser un problema relevante en este país.

Ese enfoque es en realidad un enfoque fascista y los que lo incuban y lo propagan generalizando, atacan a la democracia sabiéndolo o sin saberlo. Lo que es un problema serio, señores, no son los políticos democráticos, sino la dictadura. No lo olvidemos.