Lazos, lazos y más lazos. De todos los colores: blancos, amarillos, naranjas, rojos, verdes, azules, violetas, marrones o negros. Los lazos en distintas versiones y soportes simbolizan el apoyo a causas solidarias o reivindicativas, concebidos por colectivos y asimilados por la ciudadanía, o al contrario. Hay colores tan unidos a una causa que casi todo el mundo identifica su significado. El uso de los lazos se ha extendido de tal forma que apenas quedan opciones en la gama de colores para sumar más motivos de expresión pública. Lazos rosas por el cáncer de mama, rojos por la lucha contar el sida o negros en señal de luto, la lucha antiterrorista, el control de armas y el cáncer de melanoma. Lazo gris marengo por la seguridad vial, gris ceniza por los niños con discapacidad, el Parkinson y las enfermedades mentales y gris claro por los enfisemas y la esclerosis múltiple. Lazo azul turquesa por el cáncer ginecológico, azul marino contra el maltrato infantil y en defensa de la libertad de expresión, azul klein por el cáncer de próstata y los derechos civiles en Estados Unidos y morado por el Día de la Mujer. Lazo naranja por la diversidad cultural y contra el maltrato animal, naranja amarillento contra el cáncer infantil, amarillo anaranjado por la prevención del suicidio, burdeos por los adultos con discapacidad y marrón contra la represión a los negros y la lucha antitabaco. Algunos tiene traducción automática porque se han asentado en nuestra simbología cromática, como el lazo blanco contra la guerra y en favor de la paz. Otros cobran protagonismo en fechas concretas o en periodos de activismo, como el amarillo claro, que los últimos meses es ampliamente conocido por ser el emblema de los presos políticos, que en Cataluña están utilizando los independentistas.

Verde es el color del lazo de la Asociación Española Contra el Cáncer, del cáncer renal, de la donación de órganos, del rechazo a los abusos sexuales y ahora también de la lucha contra la presencia de camalote en el río Guadiana, gracias a un movimiento que ha surgido y crecido en las redes sociales. Con el lazo verde los ciudadanos de Badajoz reclaman a las administraciones que actúen contra la proliferación de esta planta invasora, pues la impresión que les llega es que quienes toman las decisiones para la defensa del medio ambiente, se han dejado vencer por la resignación. No entienden que después de tantos años (catorce) y de tantísimos millones de euros invertidos, aún no se haya encontrado la fórmula para erradicar el jazmín de agua que cubre de verde el río. Cada verano la planta resurge de sus semillas con más fuerza, abrazando las orillas y las barreras artificiales que no son capaces de sujetar su avance.

Los lazos verdes se han colado en los perfiles y eslóganes de las redes sociales, donde también se han suscitado discusiones baldías sobre quién fue el autor de la iniciativa, que solo conducen a malgastar energías que deberían invertirse en la defensa de la causa y no en la reivindicación de la autoría. ¿Alquien sabe quién fue el que lanzó la idea de los lazos amarillos en Cataluña? A nadie se le ocurriría centrar ahí la discusión sobre el conflicto catalán. La controversia con los lazos verdes podría politizar un movimiento respaldado en su origen por los ciudadanos y ya hay quien se piensa muy mucho si sumarse a la causa por el mero hecho de que no quiere sentirse utilizado por una siglas. El protagonismo absoluto de esta reivindicación es el Guadiana. Son lazos que unen y deben servir para reclamar a quienes gestionan lo público que el color del río deje de ser verde.