Para conmemorar el Día Mundial del Teatro, el López de Ayala abrió ayer sus puertas para que todo el que quisiera pudiera conocer sus entrañas y descubrir algunas curiosidades de su historia. «Queremos hacer visible lo invisible del teatro», explicó Miguel Murillo, director del consorcio, quien fue el encargado de guiar a los visitantes por los recovecos del emblemático edificio.

La primera parada fue en el vestíbulo, donde les habló de las fechas simbólicas del teatro: 1886, cuando se abrió por primera vez; el día de la Toma de Badajoz, cuando fue bombardeado y se incendió, así como de su posterior reapertura en 1940 por manos privadas. Su declive en la década de los 80 llevó a sus dueños a querer derribarlo, pero «la gente de la cultura, apoyada por el entonces alcalde, Manuel Rojas, lo impidieron y lograron salvar el edificio. En mayo 1993 comenzó una nueva etapa como teatro público. Desde entonces hasta hoy, 25 años después, ha acogido más de 6.000 actividades y ha recibido a dos millones y medio de espectadores.

El patio de butacas, el escenario --donde descubrieron el telón antincendios--, el foso, la tramoya y los camerinos fueron otros de los espacios que ayer descubrieron los participantes en esta visita. Muchos de ellos también oyeron hablar por primera vez del fantasma Federico, que llegó desde el teatro Menacho, y a quien se achaca que «la magia» surja en cada espectáculo.

Uno de los lugares que más interés despertó fue la terraza de verano. El López es el único teatro de España que tiene una con actividad hoy día. Algunos de los visitantes recordaban cuando en ella se jugaba al baloncesto, al fútbol y se disputaban combates de boxeo.