TLta legendaria figura del profeta, filósofo y poeta cretense del siglo VI a.C. cobra actualidad en estos días, entre la borrachera televisiva de éxitos deportivos y la falaz propaganda que simula una sociedad que parece no estar al borde del abismo. La mentira cobra protagonismo y no porque estemos celebrando el día de los santos inocentes. La protesta de los policías locales, evidenciada en dos afirmaciones ("Todo es una mentira. No hay policía local en Badajoz") entronca directamente con la Paradoja de Epiménides: "Todos los cretenses son unos mentirosos", es decir, en la propia afirmación está la negación. Y al contrario. Se ha escrito mucho sobre las trampas del lenguaje. Acabamos siendo esclavos de nuestras palabras, que no siempre se expresan como pensamos, que no siempre dicen lo que queremos. El problema fue la imprenta y luego internet, archivo de nuestra civilización. Las hemerotecas se han convertido en el azote de una sociedad envileciéndose a sí misma, diciendo hoy una cosa y mañana la contraria, ocultando más de lo que se dice y, peor aún, relativizándolo todo, incluyendo errores, demagogias y falsas promesas.

Sí, hablamos del AVE. Lo prometieron para el 2010. Hasta la saciedad. Por encima de la campana gorda. A pesar de los informes técnicos, de la falta de presupuesto y del tiempo, que no tenían. Ahí siguieron: obcecados, negando la realidad, afirmando, no la utopía, sino el engaño. Presidentes, de aquí y de allá, vicepresidentas (tiene tela el sonrojante vídeo que circula por la red), portavoces, políticos de altura y de bajura, todos tiraron de argumentario, incluso cuando cayeron en la cuenta del ridículo y empezaron a echarle la culpa a los demás, a cambiar de fecha, a justificarse, a seguir en la panoplia. No sirven excusas porque a sabiendas continuaron con la cancamusa, con el ardid, con el triste espectáculo de tomar por tontos a los ciudadanos.

Cuando hay serias dudas de que Portugal siga con sus planes de AVE a Lisboa y cuando nadie se atreve ya a poner fecha para el tramo Madrid-Badajoz, es preferible olvidarse de Herodes y dormir como Epiménides durante 50 años, a ver si para entonces Míster Marshall nos devuelve, al menos, el Talgo ahora sustraído.