Ortega y Gasset en su libro Meditaciones del Quijote hizo famosa la frase «Yo soy yo y mis circunstancias» en la que muchos se refugian para considerarse víctimas de su entorno eludiendo su responsabilidad personal. Muchos consideran que el entorno en el que les ha tocado vivir condiciona toda su vida sin posibilidad de sobreponerse a él. Y por tanto, o huyen de su entorno, marchándose, o se adaptan a él dejándose llevar por las circunstancias, incluso pasando de víctimas a verdugos. Pero esta frase, así dicha, es una farsa, pues continua diciendo «y si no salvo mis circunstancias, no me salvaré yo». Ortega nos invita a una tercera posibilidad, a mejorar las circunstancias para salvarme yo. Nada hay más humano, y diría humanista, que la voluntad de mejorar tu entorno en la medida de tus posibilidades.

El filósofo y ensayista francés Pascal Bruckner, en su libro La tentación de la inocencia identificaba al victimismo y al infantilismo como grandes enfermedades del individuo contemporáneo, ambas invitan a la irresponsabilidad personal, a la cultura de la queja y la demanda sin contrapartida.

Sería irresponsable afirmar que la situación de nuestro entorno o nuestra época es consecuencia de nuestra actitud personal o de nuestra acción o inacción. La realidad es compleja, no es consecuencia de un solo hecho ni es posible identificar una sola causa. El escritor uruguayo Eduardo Galeano hizo famosa la frase de que «muchos individuos pequeños, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo». Pero también el físico Edward Lorenz cuando identifico el efecto mariposa de los sistemas complejos nos dijo aquello de que «un aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tsunami en Texas». Por pereza, conformismo o por desconfianza muchas veces dejamos de hacer pequeñas cosas a nuestro alcance que pueden hacer cambiar el mundo. Cuando creemos que el mundo debería ser de otra manera, hay veces que pequeños gestos pueden hacerlo posible, sin tener que esperar a que lo hagan otros o muchos otros. Y hacerlo o no hacerlo es nuestra única responsabilidad. Todos podemos y debemos hacer lo que está en nuestras manos para mejorar el mundo. Y algunas veces hasta lo podemos conseguir.

*Economista