La situación continuada de crisis económica que está viviendo nuestro país, acompañada de una política impuesta de severo cumplimiento de déficit, tenían que provocar, tarde o temprano, la reacción de los ciudadanos.

Cada vez son más las familias que se encuentran sin trabajo, sin ingresos, sin ayudas y lo que es peor, sin esperanzas. Una situación de angustia que llega a los límites de cualquier ser humano cuando además de verse desprovisto de lo mínimo para vivir, también se ve en la calle porque no puede seguir pagando la hipoteca. Un contrato con el banco que en muchos casos contemplaba cláusulas "abusivas , según está diciendo la justicia. Y para rizar el rizo, los que se ven en la calle tienen que seguir pagando la hipoteca.

Es evidente que los desahucios no comenzaron ayer, pero el agravamiento de la economía de las familias sumado a otros factores económicos que afectan a todo el sistema, hacen que el número de desahucios se haya incrementado hasta convertirse en estos momentos en otra de las grandes preocupaciones de este país. Y la solución no es fácil. De haberla sido ya estaría sobre la mesa. Pero mientras llega, los ciudadanos que están viviendo la peor parte de la crisis, han salido a la calle no sólo para reivindicar a los partidos políticos que tomen medidas, sino también para explicar a la sociedad cuál es la situación real que están viviendo. Y escucharles te da la justa medida del drama que están soportando.

¿Pero esa situación dramática que están sufriendo muchas personas en estos momentos justifica los denominados "escraches". O lo que es lo mismo, acudir a las puertas de la vivienda familiar de un político para denunciar allí sus actuaciones políticas?

Las esferas privada y profesional de cualquier persona, también la de los políticos, deberían estar perfectamente delimitadas. Las familias no tienen por qué sufrir las consecuencias de unas decisiones tomadas en el ámbito profesional, por muy equivocadas que éstas hayan sido.