TCtuando acaba el balance de los políticos sobre lo realizado en el año que se marchó, llega el del pueblo a través de las letras de las murgas del carnaval. Mucho más divertido sin duda. Resultan pesados los gobernantes en el recuento de sus logros que, en un arranque de ingenuidad, concedo están motivados por la necesidad de rendir cuentas a los gobernados y no por la de acaparar páginas y minutos en los medios de comunicación para su mayor gloria y la de sus partidos pensando en las próximas elecciones. Pero los ciudadanos recuerdan las cosas a su manera. Yo particularmente tengo mala memoria heredada --no para las cosas que pasaron hace mucho tiempo y que, cada vez con mayor frecuencia, pueblan mis recuerdos ¡Ay Señor, seguro que es la viejuna!-- y sería mala letrista murguera , pero afortunadamente hay gente que tiene fresca la mente y nos deleitarán un año más con su ingenio en las ya próximas fiestas.

A esa mala memoria que me caracteriza se une la excesiva cercanía a la noticia por motivos de trabajo. Todo esto me impide, en muchas ocasiones, sacar punta a lo cotidiano que me envuelve, y es por ello que me encanta comprobar cómo otros son capaces de acercarse con sorna a lo que yo traté con tanta seriedad.

Comenzarán dentro de poco las fases eliminatorias del concurso de murgas y al escenario del López de Ayala subirán médicos, funcionarios, carniceros, empresarios, parados, jóvenes que apenas inician sus vidas, padres y abuelos. Vecinos de Badajoz de toda edad y condición que harán arder las cosas que acontecieron. Seguramente pasará por el teatro, calles y bares de Badajoz, vibrando sobre el ritmo de guitarras, cajas y bombos, Monago subido en su moto chamuscada, Godoy con sus naranjas, o ristras de ajos según se mire, subido en el púlpito de San Atón esperando la llegada de sus restos, los toldos de la calle San Juan, la negra economía y, es inevitable, el accidente de la rotonda.

Tengo ganas de oír ya a estos artistas de la calle y comprobar como han esculpido ese día a día que a mí me arrastra.