Neil Postman , una referencia en el mundo académico internacional en lo relativo a la comunicación, analiza en su conocido libro Divertirse hasta morir , el efecto envolvente de la televisión, su capacidad para trivializar y reducir. La televisión contribuye a la pasividad y a la esterilización cultural y social; no distingue, no discrimina. Lo conduce todo hacia la diversión. Hacia el espectáculo. El genial Federico Fellini decía que "la televisión es el espejo en donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural". El filósofo alemán, Robert Spaemann señala que "la televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que enfrentarlo a una alternativa. Su criterio no es la difusión de los valores y los principios sino el provocar el mayor impacto". Así, concluye, "la dependencia de las personas de la televisión es el hecho más destructivo de la civilización actual".

En los últimos meses, algunas televisiones españolas (Callejeros, Repor, Comando Actualidad, España Directo, etcétera) se han acercado a Badajoz para enseñar nuestras vergüenzas a toda España y al mundo (a través de sus emisiones internacionales). Algunos están encantados con esto. Las miserias de Los Colorines o del Casco Antiguo han cobrado efímero protagonismo y quienes defienden estas acciones creen, ilusos, que avisando a los medios , los problemas se solucionarán. Nada más lejos de la realidad. La televisión no son los Reyes Magos. Sólo busca espectáculo. Audiencia. No resuelve los problemas de nadie. Tampoco están claras las motivaciones de los que llaman a la televisión. La vanidad es un veneno del que pocos escapan.

Hace aproximadamente un cuarto de siglo, un reportaje periodístico sobre Badajoz en un suplemento dominical desató las iras de políticos y ciudadanía por reflejar una imagen de Badajoz que, aunque real, era incompleta y, por tanto, injusta. Hoy, nadie se acuerda de aquello y a nadie importa que se esté exportando una idea de Badajoz que sigue siendo injusta y que olvida que nuestra ciudad es mucho más de lo que se enseña en esos programas.

"Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia". El problema es que a Umberto Eco lo leen muy pocos.