Ismael Sánchez y su mujer compraron hace unos meses una parcela de 2.600 metros cuadrados de la finca Los Rostros, un pequeño terreno donde tener animales, árboles y, tal vez, una pequeña nave con chimenea. Compraron el terreno a sabiendas de que no se podía construir, estaba ya vallado y con agua, pasaron por el notario y por el registro. Ismael dice que está "asustado" porque no sabe realmente qué supone la sentencia, ni siquiera si va a poder mantener el gallinero de tablas. Este matrimonio opina que la justicia debía ser igual para todo el mundo, pues en Badajoz hay muchas construcciones ilegales que el ayuntamiento tolera. "O todos moros, o todos cristianos", dice Ismael.