Badajoz se está cubriendo de estatuas. Algunas parecen más bien ninots . Esto empieza a ser una plaga que afecta a otras ciudades. Mérida, sin ir más lejos, se está llenando de romanos cabezones que copian modelos clásicos o se los inventan. Todo al servicio de ensoñaciones imperiales que se compadecen mal con la realidad paleo y post juntera.

Pero aquí la estatuitis toma un sesgo preocupante y beatón. Pase que se le dedique una escultura al fundador de la ciudad. Era musulmán y renegado. Por culpa suya, y de otros tantos como él, los moros estuvieron tanto tiempo aquí e interrumpieron la gloriosa y germánica evolución de la España eterna. Pero era extremeño y, aunque quizás emeritense, se merecía una estatuita. Sin exagerar.

Luego viene el capítulo de los conquistadores. ¡Cómo los íbamos a olvidar, si son nuestra más preciada aportación a la historia universal! Gracias a ellos todo el continente norteamericano del sur perdió las plumas, habla español y se hizo cristiano. De ahí la riqueza escultórica que se les ha dedicado. Hay hasta monumentos genéricos. Enfín, todo eso no está mal, porque si no tenemos mitos para identificarnos acabamos divinizando a algún futbolista o a alguna televisiva. La fantasía es necesaria.

Pero dedicarle una estatua de tres metros a san Vicente de Paúl ya alcanza niveles de apoteosis. No crean que lo mío es falta de devoción, no. Es que me temo lo peor. Que los hermanos paúles hayan ayudado durante años a las gentes de nuestra capital es de agradecer. Pero dedicarle una estatua de esas proporciones a su fundador no es gratitud, es culto a la personalidad. Va a ser mayor que el mamarracho-mausoleo de Godoy, aunque ambas estén convenientemente sahumadas en una glorieta.

¿Hemos perdido la cabeza o qué pasa? ¿Necesita Badajoz tanta efigie? ¿Ornamentan la ciudad o la llenan de cachivaches insufribles? No me lo tomen a mal los escultores, pero van a tener que esforzarse un poco más. ¿Han oído hablar del arte contemporáneo? Arqueología ya tenemos. ¿No les parece? Vamos a dar risa, por pretenciosos. Y, quien da el vistobueno a algunos proyectos, no diría a todos, quizás debiera actualizar sus esquemas estéticos.