TEtl Museo del Carnaval ha cerrado. Así, tal cual. El dinero que tiene que aportar la Junta de Extremadura para pagar al personal que mantiene abiertas las puertas de La Poterna no ha llegado al ayuntamiento y la Concejalía de Cultura ha decidido echar a los tres trabajadores y clausurar unas instalaciones que ya no podrán hacer su agosto.

Sorprendió que la propia concejala del área, Paloma Morcillo, compareciese el lunes para informar de la decisión. Sorprendió también que no arremetiese contra la Junta de Extremadura, pues estamos habituados al enfrentamiento entre ambas administraciones gobernadas por partidos de distinto signo político. La concejala utilizó el "nosotros" en el sujeto para hablar del retraso de la firma del convenio y de la búsqueda de soluciones, apostando por la connivencia entre ambas en los errores y en los trámites. Tan comedida estuvo que no aprovechó para echar en cara al gobierno regional, sino que solo citó --sin acritud-- que haya recortado su aportación en 15.000 euros y la haya dejado en 35.000, cuando el ayuntamiento pone 50.000. Ya de por sí este recorte por una cantidad tan insignificante denota la falta de interés de la Junta por mantener este museo.

Que el Museo del Carnaval no funcione no supone ningún trastorno para la vida ciudadana. A riesgo de enfrentarme al colectivo carnavalero, pongo en duda que exista contenido suficiente para mantener un museo monotemático, pues se podría haber dedicado al Carnaval un espacio digno en el Museo de la Ciudad, que se dotaría así de una propuesta más atractiva.

Pero los motivos que han llevado al cierre dejan en muy mal lugar a la Concejalía de Cultura, última responsable de encontrar la solución para mantenerlo abierto, y también vivo. Según la concejala, el ayuntamiento ya avisó a la Junta en septiembre de que existía interés por mantener el convenio. Llama la atención que en las relaciones entre administraciones tengan que actualizarse periódicamente las prioridades, que debían darse por hechas y acordadas, sobre todo porque este museo funciona por convenio desde el 2008, cuando abrió. La documentación de la Junta no llegó hasta marzo al consistorio pacense. Despropósito tras despropósito, retraso tras retraso, la corporación municipal no aprobó el convenio en pleno hasta finales de mayo, dos meses después por lo tanto, y a Mérida tardó otros 41 días hábiles. Según Morcillo, el ayuntamiento lo envió el 9 de junio y al no recibir respuesta, se interesó por los motivos y resultó que los papeles no habían alcanzado su destino, por lo que volvió a reenviarlos. Un cúmulo de ires y venires que provocaron que las hojas del calendario corriesen, llegase el 29 de julio y ya no hubiese dinero para mantener a los trabajadores.

No entiendo que en el ayuntamiento no exista ningún mecanismo para poder adelantar la aportación de la Junta. Desde luego, alguien ha pecado de falta de previsión y para la concejala de Cultura ha tenido que ser muy difícil salir a reconocer que algo se le ha ido de las manos. A eso se suma que ahora se dan cuenta de que el contrato por obras y servicios sólo se puede prorrogar tres años y el que mantiene a los trabajadores del museo se prolonga desde que abrió, con lo que se han superado con creces los plazos legales. Según Morcillo, se podía hacer apoyándose en la cláusula de los trabajos de investigación que están realizando y cuyos frutos todos esperamos que se hagan públicos algún día, por lo que pueden aportar a la historia del Carnaval. Las murgas ya tienen tema.