No concibo el interés de quienes creen que no hay vida más allá de la política. Pasan cuatro años, los que dura una legislatura, y los nombres se repiten en las candidaturas que presentan los partidos tradicionales, con apellidos que han ido encadenando cargos y encontrando hueco en las instituciones, si no en una en otra, siempre rascando del bolsillo público. Me niego a creer que organizaciones con tanta historia no tengan repuestos que aporten ideas nuevas, como tampoco comparto que quienes durante años han hecho de la política su profesión, no puedan dedicarse a hacer algo más que no sea mamar de los órganos de representación democrática. Algo falla en el sistema si quien ostenta un cargo público no ve más allá de la puerta de su despacho y cree que no existe otro destino que el que su partido arropa.

Llevo en este trabajo más de un cuarto de siglo y hay nombres que me han acompañado a lo largo de todos estos años, siempre vinculados a unas siglas, pero con distintas y dispares responsabilidades. Con el sistema de elaboración de listas que tienen los grandes partidos, no hay cabida para los mirlos blancos, como diría Juan Carlos Rodríguez Ibarra, a quien por otra parte tampoco le va lo del anonimato ni permanecer en la reserva inactiva. Por poner un ejemplo y sin cuestionar su valía personal y profesional, está Valentín Cortés, al que siempre he visto detrás de un atril. El que fuera presidente de la Diputación de Badajoz dejó la institución provincial no porque él quisiera, sino por la norma del partido que establece un máximo de dos legislaturas. Cortés quería seguir y así lo expresó públicamente, pero el PSOE ya tenía repuesto. Lo compensó mandándolo al Senado, aunque el sueño de Madrid duró poco porque hubo que repetir elecciones y se quedó como alcalde en su pueblo.

Cuando el PSOE anunció al candidato de Llerena para las próximas elecciones municipales de mayo, sorprendió que Cortés no fuese como cabeza de lista y su nombre ocupase el último puesto, de manera testimonial, como se hace con los cargos honoríficos. Ilusos de nosotros llegamos a pensar que se jubilaba de la política y había encontrado un nuevo sentido a su vida. Ilusos, desde luego, porque el partido no le ha dado plantón. Se lo debía, como a otros muchos que abarrotan la mochila socialista. Valentín Cortés forma parte de la lista del PSOE para la Asamblea de Extremadura. Va en el número 5, con lo cual tiene asegurado el escaño en el parlamento autonómico. No está dispuesto a pasar página y es solo un ejemplo de muchos. Será que esto de la política engancha y crea adición, porque está visto y comprobado que quien echa raíces en un terreno tan fértil, ve imposible sobrevivir en un clima adverso.

Llama la atención que, al menos en las listas que ha dado a conocer el PSOE local, no informe de los motivos de la elección de sus miembros. En el caso de la candidatura al Ayuntamiento de Badajoz, se hizo pública a través de un comunicado la tarde del lunes, sin previo anuncio, y se limitaba a una relación numérica de sus componentes, sin referencia a ningún dato personal y mucho menos profesional, de modo que son los propios medios de comunicación los que elucubran sobre los motivos de elegir a unos sí y a otros no. Si tan orgullosos están de sus candidatos, deberían presentarlos públicamente, explicando sus cualidades, su interés por el servicio público y los motivos que los han llevado a este menester. Como electora me gustaría saber más de las personas que quieren representarme, porque a los partidos ya los conozco de sobra.