José Antonio Marcos Blanco, quien fuera durante 24 años director general de Caja Badajoz, tiene desde ayer un nuevo título en su currículo: Hijo Adoptivo de Badajoz. El alcalde, Miguel Celdrán, le hizo entrega del escudo de la ciudad y el pergamino que acredita este nombramiento en un acto celebrado en el salón de plenos del ayuntamiento.

Esta distinción --dijo Celdrán-- lleva consigo "el cariño, el respeto y la gratitud" de los pacenses por su compromiso y trabajo en favor de la ciudad tanto desde su responsabilidad como gestor de la entidad y de su obra social como siendo "un auténtico hijo de Badajoz, preocupado por su ciudad y ayudándola", destacó.

"Estoy contrayendo una deuda con Badajoz que no voy a poder pagar", declaró Marcos Blanco visiblemente emocionado al dirigirse a los presentes tras recibir su título. "Esto es demasiado y quiero dar las gracias a todos", añadió.

En su intervención, Marcos Blanco señaló que cuando el año pasado cesó en su cargo no lo hizo "por generosidad" como muchos quisieron hacer ver, sino por "responsabilidad" y con el firme convencimiento de que en el proceso que iniciaban las cajas de ahorro debían estar personas que pudieran jugar "la partida de póker" hasta el final.

ATAQUE A LAS CAJAS A su juicio, la nueva Ley de Cajas de Ahorro "ataca de raíz a su historia" y aboca a la privatización de estas entidades. Por ello, consideró "brillantes y acertadas" las decisiones tomadas en el último año por Caja Badajoz para integrase en un Sistema de Protección Institucional (SIP) "con gran solvencia" y mantener la sede y la obra social en la ciudad.

José Antonio Marcos Blanco ha vuelto a su ciudad natal, La Coruña, tras dejar la entidad, pero ayer confesó que ahora siente la misma añoranza por Badajoz que la que sentía por Galicia durante su etapa en la ciudad.

Ya como Hijo Adoptivo de Badajoz, Marcos Blanco, que estuvo acompañado por familia y amigos en el acto, quiso hacer un regalo al ayuntamiento y entregó a Celdrán una réplica de la Torre de Hércules de La Coruña, que rehabilitó Eustaquio Giannini, un militar e ingeniero pacense en el siglo XVIII, a quien lamentó no se haya reconocido aún en su ciudad natal.